Donald Trump y toda su fortuna material, al más puro estilo del capitalismo salvaje, no se había constituido en amenaza global hasta enero de 20017 cuando toma posesión de la presidencia de los Estados Unidos. Antes era una suerte de villano de Hollywood, rodeado de chicas exuberantes, seguramente para eso le servían también los concurso de belleza, carros de lujo y apartamentos que llegaban al cielo.
Donald era un engreído, cazador que estaba casi siempre al acecho y su lenguaje corporal lo situaba en la más despreciable de las posiciones machistas.
Cuando Donald participó en los debates finales de la campaña que le permitió llegar a la Casa Blanca, su acoso a la candidata mujer, ninguna perita en dulce tampoco, desvelaba también la materia cínica que lo constituía. Ante buena parte de este mundo envió un mensaje de desprecio a los temas que hoy nos atormentan. El Trump presidente ha desbaratado, en menos de un año, muchos de los avances que la comunidad internacional alcanzó en temas harto sensibles: cambio climático; migración y refugio.
Con Irán ha retrocedido en los acuerdos sobre desarme nuclear y con Cuba dio marcha atrás en la tendencia a la normalización de relaciones. Hoy ha prendido fuego, literalmente, en el sensible tema palestino-israelí. Desde la resolución 181 de la ONU de 1948, la comunidad internacional había definido que era mejor esa suerte de letargo, como ganando tiempo siempre, ante los muy incendiarios temas que rodean a esa cuestión.
Trump y Netanyahu parecen compinches, repletos de lenguajes violentos y el destino ha puesto en sus manos cocteles molotov tan cerca de ese polvorín.
Resulta, como mínimo, muy desconcertante que para unos baste la declaración unilateral de Estados Unidos, reconociendo a Jerusalén capital de Israel, para salir a celebrar. La comunidad internacional, que tiene en la ONU el referente máximo, ha manifestado que la fórmula de los dos Estados, con las fronteras de antes de 1967 y Jerusalén oriental como capital de Palestina, es la que debe sellar un acuerdo.
Tema muy complejo, que se toma otros tiempos, difíciles para el calendario de los apuros, de los atropellos. Por eso también lo de Trump es inaudito, es la actitud del arrogante, medio ignorantón, violento, que cree que el imperio de la fuerza es suficiente.
Para el resto del mundo va quedando claro que habrá que dormir con un ojo abierto porque un vulgar acosador, al que el impeachment no le llega, se mueve como tambaleante muy cerca del detonador. (O)
