Las acciones desestabilizadoras no han cesado desde el 11 de abril de 2002. En aquella fecha, en medio de fuertes protestas callejeras y una huelga general convocada por Fedecámaras, el alto mando militar anunció que el presidente Hugo Chávez había renunciado. Este golpe mediático-empresarial-militar fue detenido gracias a la firmeza de los sectores populares que salieron a las calles para defender a su Gobierno.
Luego de unas pocas horas, el empresario Pedro Carmona abandonaba el Palacio de Miraflores. En aquella ocasión, frente al golpe de la oligarquía, el pueblo y los militares patriotas dieron un contragolpe exitoso. A partir de allí, continuaron las acciones desestabilizadoras del imperio en decadencia junto a sus socios criollos; las mismas que se intensificaron luego del fallecimiento del comandante Chávez.
Según cifras oficiales del Consejo Nacional Electoral (CNE) de la hermana República Bolivariana de Venezuela, el domingo 30 de julio de 2017, 8’089.320 ciudadanas y ciudadanos eligieron a los integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Pese a las amenazas y la campaña de miedo desatadas por la MUD y los paramilitares a su servicio, el pueblo -con gran valentía- acudió masivamente a ejercer su derecho al sufragio, a tal punto que el CNE tuvo que ampliar en una hora más el horario de atención en las mesas electorales.
Queda claro que el pueblo sabe de dónde viene la violencia; el pueblo conoce quiénes financian la guerra mediática; quiénes son los que están detrás del proceso bautizado como ‘la salida’, quienes son los protagonistas del proceso desestabilizador conocido como la ‘guerra económica’ que incluye operaciones combinadas de especulación y de escasez provocada.
¿Por qué la derecha venezolana le tenía miedo al proceso Constituyente? Porque sabía que el pueblo votaría masivamente por la paz, la soberanía, la dignidad.
¿Por qué los neoliberales venezolanos tratan hoy de deslegitimar el proceso para la elección de la ANC? Porque saben que es el camino idóneo hacia la reconciliación nacional; camino que ellos descartan porque apuestan por la violencia que servirá como justificación a la invasión militar extranjera.
Luego del asalto, ¿cuál será el botín? En primer lugar, las reservas probadas de petróleo -que son las mayores del mundo- y ascienden a 298.350 millones de barriles. En segundo lugar, las reservas de agua dulce, que son de 1.320 kilómetros cúbicos, equivalentes a 60.300 metros cúbicos per cápita. Aproximadamente la mitad de los mil ríos venezolanos desembocan en el Orinoco, considerado el tercer mayor río de América. Venezuela, poseedora de esta gigantesca riqueza hídrica, ocupa el noveno lugar en el mundo.
Los vendepatria que hoy piden -con gritos destemplados- la intervención militar extranjera, serán los culpables de que la riqueza petrolera se la lleven las empresas transnacionales y sean las migajas las que lleguen al pueblo, tal como sucedía antes de la Revolución Bolivariana. Los vendepatria de hoy serán los responsables directos de que sus hijos y nietos mañana mueran de sed.
En contra de la sumisión, la expoliación extranjera y la angustiosa muerte por deshidratación, se pronunció masivamente el heroico pueblo venezolano que el 30 de julio de 2017 escribió una nueva página de honor, dignidad y soberanía. (O)
