Tal fue el lema del 18º “Grito de los excluidos/as” en la Jornada anual de Movilización Continental de hace algunas semanas. Su presentación nos dibuja la realidad actual de América Latina. Se empieza diciéndonos que, hace 50 años, moría asesinado el Che Guevara en Bolivia: “Sus luchas siguen siendo nuestras luchas” y que, hace 100 años, triunfaba la Revolución rusa “que nos recuerda que solo la movilización popular es capaz de traer transformaciones de peso en la historia”. Se nos comenta que “más que simples recuerdos, son constantes y renovadas invitaciones para cuestionar el presente, desafiar los límites que nos impone la coyuntura y continuar luchando por la transformación social”.

Luego se denuncia “la perversidad del modelo económico dominante, neoliberal, ultra elitista; se pone de manifiesto de forma dramática en la abismal desigualdad social y en la crisis ambiental sin precedente… ascensión autoritaria y fascista que se junta a la violencia económica ejercida por las élites adineradas contra la mayor parte de la población mundial… sacrificando a más del 90% de la humanidad y a un planeta entero”.

Se nos recuerda “el drama cruel de un Puerto Rico totalmente devastado no apenas por huracanes, sino por la larga noche imperialista, que ya dura más de un siglo… (y que) nos abofetea con insolencia y desprecio casi infinitos”. Se nos invita a sentirnos “urgidos de defender la Revolución Cubana y la Revolución Bolivariana de Venezuela, pues ambos procesos son baluartes de nuestra historia y nuestras luchas contemporáneas…”.

Finalmente se resume nuestra bandera de luchas en tres ejes: “Trabajo, Justicia y Vida para todas y todos”. Nunca es tarde para confirmarnos en este camino latinoamericano. “¡Prohibido quejarse!, nos lanza el papa Francisco. Actúa para hacer mejor tu vida… No existen los cristianos tranquilos, que no luchan… Esos no son cristianos, son unos ‘tibios’”… Y, “¡A los tibios, nos advierte el Apocalipsis, los vomitaré!”. (O) et