El Nuevo Orden Mundial, proyecto neocon que desnacionaliza a los imperialismos para crear el imperialismo mundial globalizado, está por irse a la punta de un cuerno. Por eso, el triunfo de Trump, que representa el interés nacional de EE.UU., hace crujir los dientes del establishment de Wall Street y sus títeres de Europa y el resto del mundo.
Se sienten aturdidos y tratan de implementar sobre la marcha un plan B que les permita actuar ante el impredecible magnate, de cuyo uppercut no se recuperan todavía: Hollande, tirado sobre la lona, renuncia a la reelección por no tener ninguna posibilidad electoral frente a Le Pen o Fillon; Merkel camina tan grogui que, en lugar de arrojar la toalla, lanza su candidatura por cuarta vez; Europa, con tal de que Trump los proteja de la ‘agresiva Rusia’, está dispuesta a colaborar con los gastos de la OTAN; y Poroshenko se semeja a un zombi incapacitado de resucitar, igual a los demás vasallos de los expaíses socialistas.
Y las frutas se mueven de una manera más que extraña. Jill Stein, candidata que alcanzó apenas el 1% de la votación, pide recuento de votos; el Congreso vota una ley que prohíbe la cooperación militar entre EE.UU. y Rusia; fuga la información de que el presidente Obama llamó y presionó a Clinton para que reconociera su derrota; el Washington Post acusa a Rusia de haber manipulado la victoria de Trump; protestas callejeras contra el ‘fascista ignorante’ que no debe gobernar; advertencia de que el Congreso destituyó a Nixon y que podría destituir a Trump si no hiciera lo que debe hacer; acosos y amenazas a los miembros del Colegio Electoral para que el 19 de diciembre elijan presidente a Clinton…
Es que si uno se detiene a pensar, concluye que no puede ser que los neocon, después de afirmar que para superar sus problemas EE.UU. necesitaba de un nuevo Pearl Harbor, y que tanto provecho sacaron del 9/11, algo que con ansias esperaron que suceda, se queden con las brazos cruzados y sonriendo de oreja a oreja abran de par en par las puertas de la Casa Blanca y le digan a Trump: “Siga no más y desmonte nuestro proyecto”.
Eso no va a pasar porque tienen cualquier cantidad de ases bajo la manga para ablandar a Trump. Entre otros, intentarán que el Colegio Electoral no lo elija presidente, y si lo elige, que el 20 de enero no asuma la presidencia, y si la asume, que no cumpla sus promesas electorales, en especial: anular los tratados comerciales TPP y Nafta, del que tanto se han beneficiado los neocon; colaborar con Moscú para derrotar al Estado Islámico, monstruo creado por los neocon para presionar a Rusia, China e Irán; desmantelar la OTAN, brazo armado creado por los antecesores de los neocon para mantener a Europa bajo su férula; investigar lo que realmente pasó el 9/11, porque, según Trump, la versión oficial es una mentira que contradice las leyes de la física; auditar al Banco de la Reserva Federal para controlar las finanzas de EE.UU.... Los neocon respaldarían cualquier acción que frenara a Trump, incluido su asesinato.
La pelea recién empieza y las contradicciones ocultas comienzan a surgir. Las cartas están sobre la mesa, ganará el que mejor las juegue. Trump es un gran jugador, pero los neocon no se quedan atrás. Todo está por verse. (O)