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El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

Surgen otros 'Judas' u oportunistas en la política

29 de octubre de 2016 - 00:00

La traición es actitud alevosa, ruin y sin sentido que raya en la degeneración humana, como secuela de una carente formación en valores y el contagio de malos ejemplos, adquiridos en hogares endebles e inestables. Al traidor se lo estigmatiza como ‘Judas’ en alusión a Judas Iscariote, por quien Jesús fue vendido a los fariseos.

El traidor o traidora involucrado en la actividad partidista oculta sus ambiciones, proclama causas nobles y se adhiere a tiendas políticas, aparentemente triunfalistas, con la intención de lograr posiciones estelares; y si no la consigue, huye, sin considerar ideologías y compromisos contraídos, a otros lares, donde presume acomodarse para asegurar como negociante de la política, ganancias, fama, riqueza o poder, aunque sea efímero.

En los procesos de cambio y jornadas electorales se registran protagonistas de esos desvíos de conducta, que en muchos casos pasan inadvertidos en la prensa ‘independiente’, cuando no conviene identificar a los tránsfugas por no afectar a las agrupaciones partidistas aliadas, que, aparentemente, se benefician con el ingreso de tales desertores.

Ahora esos rufianes no se ocultan ni se movilizan agazapados; más bien fingen de ‘caballeros’, de amar al prójimo y predican el bien, para justificar su comportamiento ‘bailarín’. Demuestran habilidades y audacia para engañar y lograr costosas utilidades en el reparto del botín, pero al final, en el tránsito de sus ambiciones, se hunden, sin opción a reflotar, en el desprecio ciudadano. Es fácil reconocerlos: revelan codicia, faltos de principios y dotes morales; hipocresía y decididos a arrollar a supuestos compañeros de ruta y hasta a su familia, en la búsqueda de presencia destacada en el concierto político.

En el transcurso de la historia ha transitado un cúmulo de traidores, principalmente en el ámbito político, ahora se los tilda de ‘oportunistas’, quizás, para sensibilizarlos y ofrecerles alguna esperanza de reivindicación. Sin remontarnos en los vericuetos del pasado es suficiente mirar el presente como prueba testimonial. El llamado Centro Democrático y su dirigente máximo, con el apoyo del régimen del Buen Vivir, adquirió cierta notoriedad en el ámbito político.

Se adhirió al Frente Unidos y luego de 4 años de alianza decide separarse para entregarse a los brazos de Paco Moncayo, candidato presidencial, representante del Acuerdo Nacional por el Cambio. Algunos usuarios de las redes sociales recuerdan el pasado de Jimmy Jairala, en el extinto PRE, Sociedad Patriótica y la última afinidad electoral con Alianza PAIS. Reconoce sus antecedentes y se justifica como un hombre de centro, no bailarín, pero en el fondo se trata de un giro por cuotas de poder.

El dirigente de Avanza, tras 8 años de participar en el gobierno de la Revolución Ciudadana y acciones de Alianza PAIS, se adhiere a la candidata del socialcristianismo, ante el repudio de muchos de los afiliados de su agrupación que decidieron desafiliarse, definitivamente, por su evidente ambición y cuotas de poder político.

Hay otros casos que, por su disminuida cuantía, no merecen ni siquiera mencionarlos, porque en su momento el pueblo ecuatoriano los ubicó y sancionó con el desprecio y el olvido.

En las diversas etapas de la era republicana se han destacado y sobresalen líderes inspirados en valores que han contribuido y contribuyen a solucionar los problemas que aquejan a las  mayorías. Alianza PAIS y sus aliados cada día intensifican las charlas a sus militantes en doctrina y valores para que aprendan a obrar, en función de la verdad, lealtad y justicia social. (O)

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