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Jorge Núñez Sánchez - Historiador y Escritor

¿Seguir hacia el futuro o volver al pasado?

16 de febrero de 2017 - 00:00

Ecuador se halla ante una decisión electoral muy importante. Una alianza inmoral de políticos inicuos y medios de comunicación falaces se ha propuesto revertir la orientación progresista marcada por Ecuador en la última década. Para ello, usan a fondo la demagogia y el escándalo, en busca de envolver a electores incautos y a clases emergentes y ambiciosas.

Cuánta razón tenía Malcolm X, el líder de los Panteras Negras norteamericanos, cuando nos alertaba sobre los medios de comunicación, de los que afirmaba que “son capaces de hacernos amar al opresor y odiar al oprimido”. Enfrentamos a una derecha antinacional, que tiene su verdadera capital en Washington, sus fondos en paraísos fiscales y su centro de vacaciones en Miami. A una derecha que piensa como una hueste extranjera y mira a su propio país como tierra de conquista y de saqueo. Pero eso, la tarea del momento es la de defender nuestros esfuerzos por hallar un modo de vivir bueno y propio, en donde el pueblo sea el sujeto y objeto de los cambios políticos.

En busca de terminar con la experiencia de transformación que vivimos hace una década, la derecha ha levantado las banderas de la demagogia y la mentira, por medio de un baratillo de ofertas. El uno ofrece “un millón de empleos en cuatro años”, pero no dice cómo va a crearlos. La otra ofrece regalar la energía eléctrica, entregar casas sin entrada y volver al ‘libre ingreso’ a las universidades. Y todos los candidatos opositores proponen eliminar los impuestos, lo que significará la ruina del Estado.

Pero tras la demagogia asoma la garra de la ambición. El banquero anuncia la creación de una “zona franca de salud en todo el país”, lo que significa que, en caso de ganar las elecciones, dará luz verde a las empresas de medicina prepagada para que se adueñen del sistema de salud, imponiendo altos costos para los usuarios. Y por ahí mismo llegaría la privatización del Seguro Social, antigua ambición de la oligarquía financiera ecuatoriana.

Frente a los sombríos proyectos de la oposición derechista, es necesario defender las conquistas y logros de la Revolución Ciudadana. Queremos que sigan construyéndose escuelas del milenio, viviendas para los más pobres, hospitales y centros de salud. Queremos que sigan levantándose grandes obras nacionales y, en especial, esos espléndidos puertos pesqueros artesanales, que se han convertido también en nuevos centros de atracción turística. Queremos que Ecuador continúe y amplíe la Misión Manuela Espejo, para que incluya a los pobres de la tercera edad.

Queremos que siga adelante el esfuerzo de combate a la pobreza, a la insalubridad y al aislamiento de grandes regiones. Queremos que cualquier catástrofe que ocurra sea enfrentada con la misma diligencia, inteligencia y solidaridad que lo fuera el terremoto de 2016, que afectó a Esmeraldas y Manabí. Pero ansiamos también que la inversión privada se comprometa con su país, que retornen a Ecuador los capitales fugados o guardados en paraísos fiscales, que las cámaras empresariales y los grandes medios de comunicación dejen de actuar como agencias políticas de los partidos de derecha y se dediquen a sus tareas específicas.

En fin, anhelamos que la política y los políticos alcancen un nivel de dignidad ciudadana y que las campañas electorales dejen de ser un estercolero, para convertirse en un espacio de competencia de ideas y afloración de nuevos líderes. Eso contribuirá, sin duda, a alcanzar la plenitud del nuevo país con que soñamos, dentro de una América Latina altiva y soberana. (O)

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