La prisión preventiva de Mauro Terán, colaborador del alcalde Mauricio Rodas, y un cuadro de la derecha antes ligado al PSC y hoy parte de SUMA-VIVE -aliado a CREO-, ha puesto al desnudo el actual proceso de desinstitucionalización en ciernes de la gestión del Municipio de Quito.
Esta desinstitucionalización se expresa en la operación de escenarios tras bastidores, como la ‘mesa chica’, armada con amigos del Alcalde, actores informales sin vinculación orgánica con el Municipio. Es el caso de Terán, sin nombramiento, pero que fungía como designado y actuaba como nexo formal entre el Alcalde y los concejales, así como con otras instancias del Estado, que ignoraban ello.
Esta informalización de la gestión ha revitalizado los tradicionales pactos orientados por fines privados, propios del decadente sistema político oligárquico que se buscó derrotar con la Revolución Ciudadana, evidenciados en las ‘negociaciones informales’ en la contratación del Metro de Quito con la constructora Odebrecht, así como en el reparto clientelar de las administraciones zonales a ciertos concejales para mantenerlos alineados.
Proceso producido en apenas año y medio de gestión de la derecha, ha implicado la privatización secreta de lo público, expresada en la gestión de Terán, quien siendo un actor informal habría participado en reuniones para tratar temas públicos y estratégicos y cuyo criterio habría sido muy importante en la toma de decisiones del Alcalde. Todo ello dibuja un cuadro de funcionamiento irregular.
La pregunta que todo el mundo se hace es: ¿por qué no lo nombró como asesor? ¿Es que Rodas conocía la imposibilidad de Terán para ejercer cargo público por no pagar impuestos desde 2010 y pese a ello le dio este ilegítimo poder de mando y autoridad? Esto es presumible, porque por propia declaración de Rodas, el “proceso …en materia tributaria es… de índole particular”. Pero no es así. Hay asuntos privados de responsabilidad pública, como las declaraciones de impuestos.
Hoy Terán está preso por presunta defraudación tributaria y enriquecimiento ilícito, siendo también investigado en relación al escándalo Odebrecht, que ha salpicado al Municipio. La respuesta de Rodas ha sido el silencio, seguido del dramatismo del discurso de la ‘persecución política’, el ridículo, al asumirse como fiscal y la evasiva, porque no ha dado la cara y se ha ido a EE.UU. en plena crisis, dizque a investigar y ‘denunciar’, resultando su viaje un total fracaso.
Mientras tanto, los candidatos presidenciales de la derecha han guardado un silencio sepulcral, solo roto por sus lugartenientes. Su aliado Lasso se pronunció siete días después de iniciado el escándalo con esta cantinflada: “mi aliado no es Rodas sino su partido”. Cynthia Viteri, en cambio, se ha quedado muda frente a las corruptelas de su excoideario socialcristiano.
En el marco de este proceso electoral, este caso ejemplifica el modelo informal y privatizado de gestión del Estado por parte de la derecha, modelo real que se oculta tras sus falsas ofertas de campaña. (O)
