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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

Pucha, qué necedad con Quito

12 de septiembre de 2016 - 00:00

Más de dos años de gestión de la alcaldía de Quito y parece que todo va de mal en peor. La efectiva campaña mediática y el show de los grandes anuncios de obras que vendrán pero que nunca terminan de llegar han saturado a la ciudad; incluso hasta los más generosos de corazón con la actual administración van dejando las filas partidarias y van criticando la evidente carencia de visión, de capacidad de gestión, de planificación que tiene la administración actual.

Ya es difícil comerse el cuento de que lo mejor para Quito está por venir. Lo que sí tenemos es una ciudad que rápidamente avanza hacia el desorden en todo sentido. Lo del metro es un cuento de nunca acabar o de empezar. Alguno que otro esperanzado anunciaba que por fin se verían obras prioritarias con la inauguración, por ejemplo, del intercambiador de Carapungo, o el paso del redondel de El Ciclista. En el caso del primero no queda claro para qué se hizo la obra si las dificultades del tráfico son prácticamente las mismas hasta este día. Y en el caso del segundo parece que solucionó el problema de circulación de los vecinos más acomodados del sector. El tema de los biarticulados y las paradas ya resulta escandaloso en todo sentido. El proyecto de los Quitocables como la llamada ‘solución vial Guayasamín’, es el mejor ejemplo de no querer escuchar el reclamo de los directamente afectados; de no querer dialogar técnicamente, ni socialmente con la gente. Vale conversar con los beneficiarios de ‘guaguascentros’ y descubrir cómo se quiere imponer esa visión caduca de la beneficencia y la caridad. Las remodelaciones en el parque La Carolina dejan en vilo la existencia de ese fundamental espacio entre ser parque o centro de entrenamiento, con todo el cemento que metieron; los árboles talados; y qué decir de una pista que tanto costó y a la primera lluvia fuerte quedó inundada, y para colmo se comenzó a discutir si era necesario o no imponer una restricción al uso de la misma.   

Del asfaltado y el bacheo ni hablar; el estado de las calles en la capital es muy malo, o la contradicción de asfaltar calles enteras donde no se necesitaba pero, eso sí, bien ubicadas están en los sectores más acomodados de la ciudad. Veamos si en diciembre se cumple la oferta de bacheo de las 7.000 vías de las 11.000 que tiene la ciudad. Ya veremos. Unos dicen, sin el menor tapujo, que al alcalde le ha tomado dos años ‘arrancar’ pero bueno ¡ya arrancó! Y para mayor vergüenza dicen que es lo mismo que les tomó a los anteriores alcaldes. Pucha, se ve que pueden vivir en Quito pero la mentalidad la tienen en otro lado.

En lo que sí se puede coincidir es en que el actual alcalde poco conoce de la ciudad; no tiene una visión clara de hacia dónde ir como ciudad capital; peor aún hacer propuestas de temas que convoquen a la discusión urbana: el futuro de los barrios; la proyección productiva, turística; el uso del suelo, las condiciones socioambientales, etc.

Lo único evidente es que se usa la ciudad y se la usará para ser la plataforma política futura, para lo cual el show de las obras por venir satura el espectro mediático de la bien llamada ‘prensa municipalista’.   

La ciudad de Quito no se merece lo que se está haciendo con ella, pero es responsabilidad de principio a fin de la ciudadanía, que votó a favor de la actual administración y que sigue esperando lo que no llegará. (O)

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