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Pablo Salgado Jácome

Por siempre, Violeta

06 de octubre de 2017 - 00:00

Sin duda es una de las artistas populares más importantes de América Latina. Excelente compositora, cantante, folclorista, pintora, escultora, artesana y ceramista. Violeta Parra, de muchas maneras, es un referente de nuestra América para el mundo. El centenario de su natalicio nos permite no solo recordarla, sino también honrarla.

Violeta del Carmen Parra Sandoval era su nombre completo. Tocaba la guitarra desde niña, pues su padre era un profesor de música. Nació y creció en el campo, pero luego -al trasladarse a Santiago- empieza a cantar, junto a sus hermanos, para ganarse la vida. Motivada por su hermano mayor Nicanor -el antipoeta, que aún vive- inicia sus investigaciones del folclor chileno. Y a ella le debemos la recuperación -literal- de más de 3.000 canciones y décimas del canto popular chileno.

Violeta compuso centenares de canciones, pero sin duda ‘Gracias a la vida’ -creada un año antes de su partida- es para muchos la mejor canción que se ha escrito en Iberoamérica. Es interpretada por casi todos los cantantes de América Latina y por numerosos artistas reconocidos del mundo. Es en verdad un himno, un imprescindible referente de la canción latinoamericana; tierna, vital, conmovedora.

Viajó por varios países de Europa y se instaló en Francia, en donde logró un inédito reconocimiento para una artista -fue la primera latinoamericana en exponer en el prestigioso Centro Cultural George Pompidou-; grabó sus primeros discos de larga duración, que incluían canciones de su autoría. Letras cargadas de ternura, de compromiso social y de una gran vitalidad, lo que la convirtió en una de las iniciadoras de la canción social latinoamericana.

Con sus hijos Ángel e Isabel y los folcloristas Rolando Alarcón, Víctor Jara y Patricio Manns, fundó la Peña de los Parra, un lugar de canto y encuentro que aún persiste.  Como persisten varios grupos y cantautores repartidos por todos nuestros países. A tal punto que las canciones de esos años -de la Unidad Popular- se siguen cantando en los actos y mítines de Alianza PAIS.

A propósito, se acaba de cancelar la realización del festival El Carpazo, que es pionero de un nuevo modelo en la producción de festivales. Y se cancela por falta de público y de auspiciantes. Lo mismo de siempre. Mientras el coliseo Rumiñahui se sigue llenando con los cantantes del recuerdo; Leo Dan, Tormenta, etc., nuestros cantautores, bandas y grupos deben sudar la gota fría para sobrevivir.  Y ‘nuestros’ canales de televisión siguen promoviendo -sin sonrojarse- la imitación y la copia.

Violeta pervive porque sus canciones nacieron de la tierra misma, del corazón de todos nosotros; no solo de su corazón herido y sufriente. Violeta fue -es- sobre todo una mujer valiente, vital, apasionada. Por ello sus letras tienen un alto contenido poético; nunca recurrió al panfleto para contarnos sus historias o para protestar y reclamar. Y -con todo derecho- sus canciones forman parte del patrimonio sonoro de Nuestra América.

En 1967, a la edad de 49 años, decidió poner fin a su vida. Hoy, en su centenario, la seguimos recordando de la única manera que exige un artista: escuchando y cantando sus canciones. Larga vida, Violeta Parra. (O)

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