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Tatiana Hidrovo Quiñónez

Por quién votar

09 de marzo de 2017 - 00:00

¿Por quién votar en el contexto de las próximas elecciones? Bueno, la respuesta más llana es por nosotros mismos; nosotros que somos el fundamento de nuestro país, cobijo en el que desarrollamos cada día, el llano propósito de vivir nuestro tiempo, en tanto llegan los hijos de los hijos.

Votar por nosotros significa votar por un proyecto político que garantice la justicia social y la pervivencia de Ecuador en el tiempo, frente a las dificultades del mundo. Por lo tanto es equivocado pensar que en una elección debemos decidir simplemente por una persona y sus cualidades visibles, siguiendo la trampa de la democracia representativa, que ha naturalizado la idea de que debemos delegar nuestra porción de poder popular sin más, renunciando a la posibilidad de una acción política continua.

En la corta historia de nuestro país, afanado por convertirse en un Estado nación, solo en dos ocasiones la correlación de fuerzas ha puesto en posición equiparable e incluso ventajosa a los sectores populares, para mantener el control de las instituciones desde las cuales pueda llevarse a cabo una revolución y transformación. Después de un largo período de dominio de la oligarquía terrateniente,  y tras una movilización sin precedentes de los sectores campesinos, los radicales llevaron a cabo profundos cambios en el carácter del Estado a favor de derechos políticos y aún sociales, como la ampliación de la esfera de la educación, su laicización y gratuidad, creando las condiciones para la formación de segmentos populares y medios políticamente racionalizados, encargados de proseguir la lucha. No obstante, se perdió el control del Estado y se instauró una oligarquía de corte burgués y plutocrático. La disputa continuó, pero más allá de ciertos avances específicos, el poder oligárquico mantuvo a raya el proyecto democrático popular.

Hoy estamos en otra correlación de fuerzas, las grandes mayorías están en otra posición frente a los viejos poderes, que ya no solo buscan privilegios y fueros burgueses en el espacio privado, sino la desaparición del Estado de derechos, para reinaugurar el gran festín de nuestros recursos mediante la privatización de los servicios públicos.

La única opción frente a nosotros mismos es votar por nuestro proyecto político popular, cuyo horizonte, razón y objeto de acción es operar desde el Estado (no burocratizado) para: profundizar la democracia hasta hacerla participativa; mantener los servicios públicos que garantizan nuestros derechos; redistribuir la riqueza limitando la sobre concentración en pocas manos; y afirmar nuestra nación ecuatoriana y latinoamericana, que además debe ser la esfera de circulación de nuestros bienes, bajo criterios de comercio justo, limitando el consumismo. Asimismo, lograr la cohesión para mantenernos como Zona de Paz y enfrentar la crisis estructural del sistema mundial, en el que estamos inmersos por la dependencia económica, mientras intentamos crear alternativas para salir de este mundo agonizante.

Después del período de Jaime Roldós, y más allá del período de Borja, limitado por una correlación de fuerzas y su propia esencia, el pueblo ecuatoriano no ha tenido posibilidades reales de gestionar el poder desde el Estado, un instrumento por ahora necesario. No podemos poner en riesgo a nuestro país, nuestras propias vidas y logros sociales. Debemos votar por nosotros mismos, porque la otra opción es votar por nadie, es decir por las fuerzas impersonal y anárquicas del mercado. (O)

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