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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

¿Por qué y para qué medios públicos?

31 de julio de 2017 - 00:00

Estas preguntas tienen que ver con el grado de desarrollo de la esfera pública en las sociedades modernas. La emergencia de lo público está asociada al desarrollo del proyecto civilizatorio de la modernidad, como producto del desarrollo productivo, cultural de las sociedades capitalistas. Lo que no quiere decir que lo público sea un asunto estrictamente del capitalismo modernizador, sino que lo público fue y es la emergencia continua y constante de disputa sobre los enunciados sobre la verdad, las opiniones, puntos de vista, es decir, sobre lo que las personas piensan, desean, sienten y anhelan, no solo sobre el presente y el futuro, sino sobre cómo se representan el pasado que llevan a cuestas. El problema de la opinión pública es un eje de disputa sobre la democracia, la capacidad de representación de una sociedad y, por supuesto, una disputa sobre el poder sea económico, político e ideológico. Construir una esfera pública en América Latina ha sido un gran desafío porque las élites, siguiendo el pasado colonial, colonizaron todos los espacios de diferenciación social. Construyeron sociedades estamentales destinadas a servir al poder superior. La esfera pública fue el primer desafío global desde el siglo XVII al poder de las monarquías e imperios más decadentes. De ahí que las sociedades más avanzadas, que siendo capitalistas, llegaron a un punto llamado bienestar, sobreponiéndose a las formas de dominación grupal y corporativa. Los medios públicos sirven para diferenciar los espacios privados, íntimos y colectivos. Disputan las versiones privadas corporativas sobre la vida, la cultura, la política, la economía. Disputan sobre todo las narrativas sobre la historia y la memoria de los pueblos. Una sociedad medianamente moderna requiere medios públicos para mediar y romper las hegemonías propietarias privadas. Sirven para el contraste con los medios privados que dicen servir al “público”. Los medios públicos expresan el grado de desarrollo y madurez de un régimen democrático no a medida de las élites, sino de eso llamado pueblo-nación. Dicho de otra manera si se defiende la República, se requieren medios públicos para nutrir, expandir y profundizar los valores nacionales: lo que es común a todos. No deben ser la retórica y lo “áulico” de lo privado, así sean los más buenas gentes y patrióticos. Los medios públicos son la razón de ser de la partición social. No son el cuento repetitivo de la cohesión, ni la unidad o peor de la imparcialidad porque esos conceptos fueron constituidos a partir de las necesidades de las burguesías nacionales. Con la pobreza cultural de las burguesías ecuatorianas es evidente que fueron miopes en impulsar medios públicos. Casi todo lo entienden desde lo privado. Y no es fácil, como se cree, que es simplemente de cambiarse de “chip” y mágicamente se hacen medios públicos. Los medios públicos deben responder a la esfera pública, a lo común, pero sobre todo que no depende de la genialidad, ni luminosidad, ni la guía de ningún “prohombre”, o peor aún es un problema de “financiamiento”, sino del criterio colectivo, eso que, precisamente, adolece la historia de los medios privados en el Ecuador. ¿A quién le importa está discusión? ¿O solo se trata de hacer editoriales híbridos, descoloridos, anodinos? ¿O seguir la versión del Banco Mundial de que deben ser plurales, participativos y ciudadanos? ¡Vaya uno a saber! (O)

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