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El Telégrafo
Gustavo Pérez Ramírez

Perseguido por escribir verdades de la historia del Ecuador

25 de julio de 2017 - 00:00

Hacia el final de sus Memorias Íntimas, firmadas en Riobamba en julio de 1895, donde  inició a su vez la “Defensa de mi criterio histórico”, Mons. González Suarez reconoce que  el haberse dedicado a la Historia  y escrito la verdad, le causaron persecuciones, molestias, trabajos y padecimientos. Le tocó vivir el Ecuador, ultraconservador,  que Eloy Alfaro proyectaba hacia la modernidad.

Una vez publicados los tres primeros volúmenes de su Historia General de la República del Ecuador, hubo  aplausos de una parte, y un silencio de mal disimulado encono, por otra. “Cada volumen era un brote de adversarios  y el Cuarto, “los hizo al fin estallar de furor y declararme la guerra a muerte y  contra la religión católica”, según escribió.

Se prohibía su lectura y se ponía en venta un opúsculo contra su veracidad histórica. En el púlpito se predicó contra él; en el confesonario se disuadía su lectura, acusándolo de apóstata y corrompido; en Roma se pidió la condenación  del volumen, el mismo Papa, en pena  no quería extender las bulas para su elección episcopal.  A pesar de todo fue  obispo de Ibarra en 1896, donde le esperaban nuevas polémicas, esta vez con los ultra conservadores obispos de Pasto, Fray  Ezequiel Moreno Díaz.

En respuesta a las persecuciones, escribió sus Memorias: “Mis acciones han sido juzgadas con tanta prevención,  que se ha condenado como reprobable, lo que en sí mismo, tal vez,  era laudable; por esto me he visto obligado a escribir estos apuntes; no quiero ser absuelto, quiero ser oído. Estos apuntes han sido redactados  con el único propósito de volver por mi honra, con el deber que el mismo Derecho Natural nos impone, de velar por ella”. Pensó  renunciar a la nacionalidad ecuatoriana, y  desterrarse por siempre del Ecuador antes que retractarse de lo escrito.

Gran ironía. En su Historia General, y especialmente en el tomo IV, se revela la profundidad de su pensamiento histórico y método de exponer la verdad.

El Presidente García Moreno también lo persiguió tenazmente, por no haber querido consentir en su reelección de 1875; asimismo fue perseguido por sus hermanos eclesiásticos ecuatorianos, y extranjeros, el italiano, Fray Reginaldo María Duranti, Prior de los dominicos en Quito y el alemán, Mons. Pedro  Schumacher, obispo de Portoviejo..

Los perdonó y guardó silencio, en cambio rindió tributo de gratitud al obispo de Cuenca, Remigio Estévez de Toral: “si este prelado no me hubiera protegido, yo no hubiera logrado mis deseos de ser sacerdote, perdonador de injurias”.

Mons. González fue explícito en reconocer que lo que escribió no fue por lucro ni gloria sino por servicio a sus conciudadanos. Sostuvo que él  debía ser objetivo, y no ocultar la verdad que estampó en las páginas de su obra con deliberada intención,  “pero no escribí todo cuanto podía haber escrito y sobre innumerables escándalos extendí el velo de un discreto y caritativo silencio”.

Tuvo la doble vocación de sacerdote e historiador, que se complementaron, una y otra dedicadas al culto de la Verdad y la Justicia.

 

 

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