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El Telégrafo
*Fernando Falconí Calles

Ofertas de campaña

27 de enero de 2017 - 00:00

En la presente época las hay de todo calibre. Los candidatos de la oposición no logran articular un discurso coherente, serio, realizable; por ello han decidido lanzarse por el atajo fácil del insulto al Gobierno, por un lado, y al baratillo de ofertas, por el otro.

Vamos a mostrar algunos botones: el banquero ofrece un millón de empleos. La pregunta es simple: ¿En qué lugar? Como ustedes recordarán, amables lectores y lectoras, el banquero fue alto funcionario del régimen de Mahuad; gobierno (con minúscula) que provocó la peor crisis política y financiera de la historia: el feriado bancario. La pregunta resulta pertinente porque el empleo puede ser ofrecido en Estados Unidos, Italia, España, etc., luego de los paquetazos que aplicaría un gobierno neoliberal, como el del banquero, lo que obligaría -nuevamente- a millones de compatriotas a dejar su amada tierra y familia, en busca de trabajo. El banquero también ofrece tirar al tacho de la basura a la Senescyt;  decisión que implicaría un enorme retroceso en materia de educación superior; en consecuencia, se reinaugurarían -con toda pompa- las universidades privadas de garaje; la educación superior dejaría de ser un derecho y se transformaría, nuevamente, en mercancía.

La candidata a Presidenta, entre otras cosas, habla de regalar energía eléctrica a los pobres; suprimir varios impuestos, entre ellos el anticipo al impuesto a la renta, las salvaguardias y el de salida a los capitales. La pregunta obvia es: ¿Con qué medidas reemplazaría los ingresos que dejaría de percibir el Estado? La receta de la derecha es la misma de siempre: con la reducción de presupuesto en salud, educación y el área social. Propone también una consulta popular para reformar la Constitución de Montecristi, que permitiría escribir un nuevo texto para reinaugurar el engranaje neoliberal. Plantea eliminar la Ley de Comunicación y el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. Una vez ejecutado el paquetazo, el Vicepresidente sería el encargado de conducir a los sectores vulnerables hacia un profundo y oscuro pozo.

El general no ha podido impedir que sus seguidores -tan diversos- construyan a su alrededor un gigantesco laberinto. Entre algunas de sus propuestas están: la creación de 470.000 puestos de trabajo en cuatro años de gobierno; bajar aranceles e impuestos a la salida de capitales; devolver la autonomía al Banco Central; propone también un pacto ético con los empresarios para que no exista evasión de impuestos y no recurrir al pago anticipado del impuesto a la renta. Esto es -ni más ni menos- pedir peras al olmo. De su programa se deduce con claridad que el sector bancario/empresarial exportador estaría muy satisfecho con un gobierno aquejado por laberintitis.

Frente a este panorama electoral en donde -lamentablemente- no existe planificación estratégica por parte de los neoconservadores, lo que realmente se pretende es que uno de los tres candidatos financiados por la banca vuelva a Carondelet para recibir órdenes; a las élites criollas, diez años de no ejercer el poder les parece ya una eternidad.

El voto inteligente de ecuatorianas y ecuatorianos por la continuación del actual proyecto político -que trabaja para las mayorías- hará que la oligarquía tenga que esperar cuatro años más. (O)

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