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El Telégrafo
Roberto Follari (*)

Nueva etapa de un Ecuador visibilizado

26 de mayo de 2017 - 00:00

Pasó la ceremonia de cambio de mando en la Presidencia de Ecuador. Se retiró Rafael Correa, mentor y ejecutor principal de la Revolución ciudadana durante 10 años; y entra Lenín Moreno, quien ya ha venido participando en lugares clave de ese proceso, y que ahora deberá ponerse a la vanguardia del mismo.

Moreno ha expresado en su discurso la definida continuidad con el programa abierto por el ahora expresidente Correa, a la vez que la acentuación de su propio estilo personal, que no mantendrá los enlaces sabatinos, y que insiste en el diálogo y la escucha como factores principales de convivencia política. El nuevo Presidente ha subrayado la cuestión de la imagen de Ecuador en el extranjero. No es poca cosa: es que, si existe una imagen, es la que construyó la Revolución Ciudadana. No es que antes existiera una mala imagen, y haya sido el gobierno de Correa el que la enmendó y mejoró.

Es una condición menos obvia: antes Ecuador, en tanto país, estaba muy poco visibilizado. No aparecía en la referencia a los principales procesos políticos latinoamericanos, en tanto se lo percibía como un espacio institucional problemático, con gobiernos inestables y cambiantes, sin direccionalidad estratégica ni trascendencia internacional. Ecuador era advertido -cuando se lo advertía- como un país imprevisible, y de poco peso más allá de sus fronteras.

Hoy Ecuador muestra una envidiable continuidad institucional, a la vez que sostiene un fenómeno político singular: es de los procesos posneoliberales en la región (luego de Brasil y Uruguay) que cambia su presidente, a la vez que se mantiene en el manejo del Ejecutivo. En casos como el argentino, ello no ha podido darse, y en el caso venezolano, se ha podido producir, pero con algún deterioro posterior del proceso político. Esa situación -a su manera- tampoco la pudo sostener Dilma Rousseff, ante la fuerte ofensiva opositora que finalmente interrumpió su gobierno.

El desafío para Lenín Moreno en esta continuidad (no homogénea) con el gobierno de Correa, es mantenerse a la altura de la alta vara que le ha dejado su antecesor. En cualquier caso, hoy los ojos de Latinoamérica, y los de algunos otros países en el mundo, están puestos en Ecuador: un país que se ha ganado, en los últimos años, un lugar en el concierto internacional, lo cual no es fácil advertir desde la óptica que se tiene desde dentro del propio territorio. Un lugar que se ha merecido a través de mejoras sociales y protagonismo regional: aquel que llevó a que, cuando se puso en peligro la continuidad institucional en septiembre de 2010, un importante sector de la comunidad regional saliera a respaldar al proceso democrático, mostrando la importancia que se da hoy al país en el concierto continental. (O)

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