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El Telégrafo
Xavier Lasso

No fue década vana

24 de octubre de 2017 - 00:00

Cuando es muy reducido el espacio que llaman democracia, cuando democracia es solo convocarnos cada cuatro años, se yerguen los pueblos y se dan otras salidas como en la ‘cuestión’ venezolana. La comunidad internacional, esa que actúa como una gran multinacional, con oficina central en Washington, ha desconocido los resultados electorales en Venezuela, su desfachatez no tiene nombre y solo representa a los ultras que tanto tiempo calentaron las calles de ese país.

A la gente de Venezuela, y de buena parte de nuestro planeta, se le ha machacado con el desastre en la tierra de Bolívar, con Chávez y Maduro como los grandes responsables. La campaña orquestada desde los grandes medios daba por hecho que Maduro tenía sus días contados. Pero cuando el pueblo se pronuncia, lo hace por encima de la propaganda mediática.

En Brasil han perseguido, han intentado criminalizar a Lula; denigrarlo, aniquilarlo ha sido la gran apuesta. No importa que hoy sepamos que lo que hicieron con Dilma se basó, mayoritariamente, en grandes mentiras mediáticas. Que usar la figura oscura de un personaje como Temer no importa, que lo tienen ahí a pesar de su andar como cansino, lento, casi como el de jefe de alguna organización sin antecedentes presentables.

Y Lula parece recuperarse, las inefables encuestas, nunca hay que fiarse de ellas, le dan altos niveles de intención de voto. El pasado tiende a volver cuando el presente es farsa. Los pueblos hacen gala de inagotable sabiduría que no podrá ser domeñada, por muy poderosa que sea la prepotencia mediática.

¿Y Argentina? Vuelve el fantasma del horror de los desaparecidos. Aunque Santiago Maldonado ya no es uno más, su cadáver fue encontrado luego de 80 días en una zona que había sido ‘barrida’ por lo menos tres veces. El montaje del terrorismo de Estado, tan propio de un generalizado ambiente que desprecia la vida, con burlas como los dichos de Carrió (Maldonado estaba en Chile, no era un desaparecido, era un fugado), o la cínica llamada de condolencia de Macri a la familia Maldonado. Esa familia, siempre enhiesta, digna, responde como lo hace el pueblo: valientemente, desde su dolor tan personal nos devuelven esperanzas.

La ‘delincuente’ Cristina Fernández, condenada así por los poderosos medios, no solo de Argentina, seguramente alcance una senaduría y hará oposición para desvelo de Macri y sus mercados.

La democracia no es, entonces, solo elecciones, la gente en movimiento le da el verdadero contenido a los proyectos de poder.

No la tiene tan fácil la restauración conservadora. El péndulo, desplazado a la derecha, es probable que no se quede muchísimo tiempo adherido al lado en donde el mercado manda, donde el capital está por encima del ser humano. Hay pueblos que bullen, más si han logrado ensanchar los cauces democráticos. La década pasada no fue vana, digan lo que digan las empresas mediáticas. (O)

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