En septiembre de 1966 se inauguró un espacio abierto para la cultura, que congregó a la mayor parte de los intelectuales y artistas del país y muchos del extranjero. Nació del empeño de Juan Hadatty -que se estrenaba como gestor cultural- y que, con la ayuda entusiasta de pintores, músicos, teatristas y escritores, transformó ese lugar en punto de encuentro obligado de asistentes, que se juntaban para admirar una obra de teatro, un concierto, una exposición pictórica y escuchar a los más importantes ensayistas, poetas y novelistas del momento.
En alas del recuerdo me traslado a esa época, en la cual era corriente encontrar dentro del local, decorado rústicamente -lo que incomodaba a algunos snobs-, a Benjamín Carrión, Enrique Gil, Jorge Icaza, Jorge Pérez Concha, Pedro Jorge Vera, Adalberto Ortiz, Wálter Bellolio, José Martínez Queirolo, ‘Nani ‘Cazón, Carlos Eduardo Jaramillo, Cristóbal Garcés Larrea, Saranelly de Lamas, Ileana Espinel. Llegaban por entonces desde Europa artistas que ya brillaban con luz propia: Beatriz Parra, Kili Gil, Toty Rodríguez, Enrique Tábara, Luis Molinari. Desde tempranas horas de la mañana era habitual la presencia de León Ricaurte -que recibía en ese local su correspondencia- o Jorge Swett.
Los ‘Hugos’ Mayo y Salazar Tamariz, junto a Humberto Moré, Alsino Ramírez y Paco Delcasty, presidían tertulias en las cuales se analizaban o planteaban tendencias y teorías, que a veces concluían en acaloradas discusiones. Eduardo Solá dirigía teatro, exponía sus pinturas o exhibía obras cinematográficas de su autoría. Se sucedían muestras plásticas, recitales, conferencias. Unos jóvenes Juan Villafuerte, Hernán Zúñiga, José Carreño, se inauguraban como pintores junto a Jaime Villa, Theo Constante, Félix Aráuz, Alba Calderón, Yela Loffredo y tantos otros que acompañaron el nacimiento y desarrollo del Café 78.
Desde México, Miguel Donoso y Judith Gutiérrez, la artista Elsa Aguirre y Pedro Armendáriz Jr.; de Costa Rica, Sergio y Nazario Román; de Argentina, Ariel Canzani, Fermín Estrella, Mario Satz; de Chile, León Ocqueteaux; de Perú, Oswaldo Reinoso, Heleodoro Vargas Vicuña y la cantante Jesús Vásquez; Vital Alsar, de España; y una delegación de poetas soviéticos, acompañaban con su presencia y cartas -entonces todavía se utilizaban- las noticias de los últimos acontecimientos culturales y artísticos de sus países.
Mención especial tuvo la presencia de los del Café 77: Ulises Estrella, Fernando Tinajero, Agustín Cueva; y de Horacio Hidrovo, que inauguró en Portoviejo el 79. En el 78 dio su último recital Jacinto Santos Verduga y cayó la gran maestra Aurora Estrada, al conmemorar un 8 de marzo. Hubo permanentes encuentros de ajedrez y bajo la conducción de Carlos Camacho, alumnos de colegios que iniciaban sus carreras, buscaban el contacto con los ya consagrados.
Se cumplió medio siglo de aquel septiembre. Juan y muchos de los que dieron vida a esa ilusión ya no están. Sueño con encontrarlos en otra dimensión, en donde, ya intemporales, evocarán con una sonrisa esa época inolvidable e irrepetible. (O)
