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El Telégrafo
Fander Falconí

¿Más tecnología, mejor educación?

24 de mayo de 2017 - 00:00

Seguimos insistiendo en la importancia de incentivar la lectura, desde los primeros años. La razón es clara: esos jóvenes lectores serán un día adultos y aportarán más a la sociedad, siendo buenos lectores de las noticias locales y del mundo. Por ejemplo, quienes han leído un estudio reciente de la Universidad de California en Santa Cruz (Handbook of the Economics of Education: Technology and Education: Computers, Software, and the Internet, 2016), escrito por los expertos G. Bulman y R.W. Farlie, se dan cuenta de la importancia que tiene la tecnología en la educación, más allá de los fríos números. Se invierten grandes sumas para dotar de tecnología a las escuelas y los padres de familia también invierten en tecnología para sus hijos. ¿Qué impacto tienen estas inversiones en mejorar la calidad educativa para estos niños y niñas? A primera vista, la respuesta podría parecer ambigua.

Los gastos y el tiempo que se dedican a dar computadores, programas, internet y otras tecnologías pueden ser más o menos eficientes que otras inversiones. Las nuevas tecnologías pueden a veces distraer al estudiante. En otros casos, optimizan el aprendizaje medido en evaluaciones escolares. Sin embargo, cuando hay una implementación de computadoras con provisión de sistemas de aprendizaje informáticos, los resultados son positivos, en especial en los países del Sur.

Además, está claro que la computadora sola no trae innovación. La interacción entre docente y estudiante, usando programas probados, es la clave del éxito. También existen otros beneficios que indican que necesitamos más tecnología.

Por ejemplo, los computadores no solo sirven al alumnado para adquirir mayor información. Sirven a los maestros para informarse de su trabajo y hasta para conocer el mantenimiento de la nueva tecnología. Pero lo más importante es que la inversión en más tecnología es un paso al futuro, a la educación en línea. Bueno, un futuro que ya ha llegado, pues ya existen universidades en línea, con lecciones y exámenes que llegan al correo electrónico. La educación en línea nos permite vencer obstáculos, como la distancia y el transporte. Hace 50 años, Australia hizo lo mismo con las escuelas radiofónicas. Los programas ‘remediales’ y el bachillerato acelerado (una buena propuesta, por cierto) pueden beneficiarse de las nuevas tecnologías.

Aparte de lo dicho, hay un doble valor agregado en el uso de la tecnología más avanzada en el aula. Primero, tanto maestros como estudiantes están en primera línea, recibiendo la misma información que sus pares reciben en todo el mundo. Esto permite superarse al maestro y al alumno le permite cuestionar su entorno. En segundo lugar, hay un tema de percepción que involucra nuestra autoestima como personas y como país. La tecnología más avanzada en el aula es señal de no estar marginados, de participar en el futuro planetario, algo que es difícil de medir, pero que acarrea altos beneficios.

Unos apuestan demasiado a la tecnología, como si fuera la panacea de los problemas educativos. Otros corren al otro extremo y añoran el polvo blanco de la tiza. La verdad está a medio camino. (O)

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