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El Telégrafo
*Fernando Falconí Calles

Maniobras de la derecha

29 de julio de 2016 - 00:00

El presidente Rafael Correa lo advirtió hace más de dos años: se venía la ofensiva de la derecha en América Latina y el Caribe, a través de la denominada “restauración conservadora”. Los hechos le han dado la razón. En efecto, hay una campaña para desestabilizar gobiernos legítimamente electos por el pueblo, como son los de Brasil, Venezuela, Ecuador.

Una de las matrices de la restauración conservadora gira en torno a la propuesta de que “lo mejor está por venir”; es decir, todas las cosas van a mejorar: la economía, el transporte, la salud, la educación, el suministro de agua, el turismo, los precios del petróleo; van a disminuir los precios de los víveres, las tarifas eléctricas, las tarifas telefónicas, etc. El cómo lo harán no lo dicen. No obstante, es conocido que -una vez en el poder– vendrán los recortes de salarios, la pérdida de conquistas sociales; vendrán los despidos masivos de empleados públicos. En  realidad, la agenda neoliberal también contempla incrementos de los productos y de los servicios básicos. Resulta obvio que si presentaran este plan de Gobierno, nunca ganarían las elecciones; por eso lo ocultan. Se presentan como empresarios eficientes, frente a burócratas ineficientes.

La confrontación ideológica la derecha criolla la traslada a un segundo plano, lo que le permite hablar de un solo partido político: el Ecuador. Sofisma con el que quieren justificar las alianzas contra natura. El objetivo estratégico de los neoliberales es acabar con cualquier alternativa al capitalismo; por esta razón los gobiernos progresistas son estigmatizados como ‘dictaduras’.

Un segundo sofisma que maneja la restauración conservadora continental es que el éxito de los procesos progresistas radica en el inusualmente alto precio de las materias primas (incluido el petróleo). Una vez que los precios han retornado a sus niveles normales, los neoliberales sostienen que el modelo popular ha fracasado. Este planteamiento omite en forma deliberada y grosera que el esfuerzo por mejorar los niveles de vida de las mayorías requiere fundamentalmente de voluntad política. Cuando las élites gobernaron y existieron épocas de bonanza, no hubo la más mínima intención de redistribuir la riqueza.    

La restauración conservadora también ataca a los liderazgos populares. Argumenta que las mayorías -dado su supuesto menor nivel cultural- son presa fácil de liderazgos que canalizan el descontento tanto a través de la incitación al odio, como aquello de lograr fidelidades a través de políticas sociales que son vistas como compra – venta de apoyos. Al voto popular lo consideran un voto ignorante, comprado o producto del odio, del que se aprovechan los líderes ‘populistas’ para lograr el poder. En el fondo, temen a los líderes que surgen del pueblo y trabajan para mejorar sus condiciones de vida.

Los neoliberales criollos agrupados en la autodenominada Unidad, hasta la fecha no presentan el plan de Gobierno. A lo sumo -y luego de haber decidido sobre las candidaturas- los pocos que aún queden, podrían presentar un documento en donde podrían declararse anticorreistas, antialtivos, antisoberanos y, con un miligramo de sinceridad, antipopulares. Eso es lo que realmente son. (O)

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