Ecuador, 18 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Martin Granovsky

Columnista invitado

¿Macri quiere perder la guerra del golf?

20 de febrero de 2017 - 00:00

Es natural que los presidentes hablen, como lo hicieron Mauricio Macri y Donald Trump durante cinco minutos por teléfono. Y normal que se vean, como lo harán. Los dos, además, se conocen personalmente. Cuando dice la verdad y se olvida del guion, fabricado este año, según el cual su hijo Mauricio no era su mano derecha sino un familiar más, Franco Macri suele contar que Mauricio le ganaba al golf a Trump. Narra que un día él mismo le dio instrucciones de dejarse ganar. Debía avanzar en los negocios. Era la época en que el Grupo Macri quería instalarse en Nueva York para hacer fortuna en el ramo inmobiliario. Necesitaba a Trump de socio por su buena llegada a los factores de poder. Igual que hoy, Trump no era un outsider, sino un empresario de relación fluida con funcionarios como su actual asesor para ciberseguridad, Rudy Giuliani.  

El presidente argentino sería necio si no usara el conocimiento personal previo con Trump. Por eso el punto clave no es ese, sino qué lección saca Macri de su memoria. Ningún subterfugio alcanzó para que el Grupo Macri pudiera establecerse en Nueva York y desarrollar su potencia empresaria. Ninguna sobreactuación le garantizará a Argentina una mejora en su desesperante y autoinfligida situación económica. Para endeudarse, Macri no necesitaba a Trump. La banca internacional confía en sus exdirectivos que ocupan puestos importantes en el Gobierno nacional.

Por otra parte, Trump no tiene motivos para cortar el negocio financiero estadounidense del endeudamiento. Más bien no cortará ningún negocio de Wall Street. Esta misma semana, para liberar recursos del sistema financiero local, atacó la regulación contra el riesgo excesivo diseñada por el senador demócrata Christopher Dodd y aprobada por el Congreso en 2010. En caso de que suban las tasas de la Fed y la Argentina deba pagar más cara su deuda no habrá excepciones. Lo dijo en su primer discurso: America first. Primero Estados Unidos.

Si la sobreactuación prevista por la Argentina es geopolítica, conviene advertir que estos gestos a la larga son caros. El buscado desgaste de Venezuela formó parte de la charla de cinco minutos entre Trump y Macri. Al haberse convertido en un ariete contra el chavismo desde el primer día de su Gobierno y exhibirlo ahora como un capital ante Trump, Macri dispara a los pies de la integración sudamericana. Con Venezuela suspendida del Mercosur por capricho (es falso que su velocidad de adaptación a las normas del mercado común haya sido lenta) son peores las perspectivas para un sexto miembro pleno ya en proceso de integración, Bolivia. Suena poco realista  -‘ideológico’, diría la canciller Susana Malcorra- mendigar un acuerdo a una Europa que no compra y tener esperanzas en un México que lleva 30 o 40 años de economía complementaria con Estados Unidos mientras se bombardea la única chance posible de aumentar el comercio y las inversiones.

¿La Argentina se sumará a tamaño retroceso pensando que así puede castigar mejor al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner por el pacto con Irán?

Macri ya hizo de más antes del 20 de enero, cuando asumió Trump. Con Barack Obama firmó acuerdos que no distinguen seguridad y defensa y se alineó gustoso en la repetición de simplezas sobre el narcotráfico. La doctrina de la Casa Blanca es que el narco es la peor amenaza para la región. Es curioso. Hasta el secretario de Seguridad de Argentina Eugenio Burzaco sostiene, realista, que en Argentina no hay carteles de la droga. Pero según parece el show debe seguir. A ver si perdiendo de nuevo la guerra del golf esta vez ganamos algo. (O)

Para estar siempre al día con lo último en noticias, suscríbete a nuestro Canal de WhatsApp.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media