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El Telégrafo
Edmundo Vera Manzo

Los más pobres, la causa principal de la delincuencia: el bajo nivel educativo

15 de octubre de 2016 - 00:00

En cualquier país y comunidad existe un círculo vicioso entre la delincuencia unida como sistema a la pobreza, la marginalidad, la desnutrición, la inseguridad y el bajo nivel educativo y de capacitación de los habitantes, que les impide realizar trabajos que requieren mayores conocimientos, habilidades y competencias.

Para romper las cadenas del círculo vicioso y perverso y reducir drásticamente la delincuencia entre los más pobres y miserables, se requiere elevar significativamente la educación y capacitación de la población que se encuentra sufriendo la situación de exclusión y marginación educativa y social.

Lamentablemente, en casi todos los países, entre los más pobres y miserables no se ha cumplido el derecho a la educación y la capacitación para tener un trabajo digno, vivir bien y ser felices.

Hasta el presente las instituciones educativas son lugares que no permiten el desarrollo multifacético de los estudiantes y, lo que es más grave, en el bachillerato en nuestro país y en la educación básica en la mayoría de los países, al no aprobar una materia o actividad, hacen repetir el resto de materias que sí aprobaron y la organización educativa y la familia excluyen y marginan a los estudiantes. Las cárceles son escuelas de la delincuencia y del crimen donde se empeora la condición humana con relación a su entrada. Los países y las ciudades cada día construyen más muros y barreras para autoencerrarse y separarse de los más pobres que se los quiere marginar y encerrar aún más.

Los intocables en la India, los eslabones sociales inferiores de gran parte de África y Asia, los sin tierras y sin trabajo en América Latina y el Caribe viven esas situaciones de marginación educativa, social, cultural y económica por cientos y miles de años, lo que les parece natural. Herbert Marcuse decía que ciertas personas no necesitan policías, porque los llevan adentro, se han autorreprimido.

Se requiere en los niveles nacional y mundial romper los eslabones de los circuitos de marginalidad y deshumanización que se arrastran por cientos y miles de años. Muchas personas no ven la dura realidad. Otras se quedan en la superficie. Por lo general se dan paños tibios y momentáneos a grandes enfermedades y problemas. José Martí decía que ser radical no es más que ir a las raíces. Hay que ir a las raíces profundas para producir cambios importantes y transformaciones revolucionarias que marquen épocas.

Las cárceles deben ser lugares de reeducación. Debe salirse en mejores condiciones de las que se entró. Elevar el nivel educativo donde se encuentran y adquirir o perfeccionar una forma de trabajo al reintegrarse en la sociedad. Todos los privados de la libertad deben estudiar y trabajar todos los días. Todos los preescolares, niños y adolescentes deben encontrarse dentro de los centros educativos. El Estado debe tomar todas las medidas para que ningún niño o adolescente se encuentre en las calles sin estudiar. Todos los niños y adolescentes más pobres deben recibir desayuno y almuerzo, no dinero.

Todos los adultos más pobres deben recibir educación y capacitación y, si lo hacen, recibir un bono económico. Si se recibe ayuda económica sin educación y capacitación, nunca saldrán del círculo vicioso de la pobreza y la marginación educativa y social. (O)

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