Las obras de ingeniería para el aprovechamiento de los recursos naturales renovables (RNR), básicamente el agua (como indicamos en el artículo anterior), son indispensables para el mejoramiento de la calidad de vida y el desarrollo.

Estas obras, para cumplir con su objetivo, necesitan de los programas de operación y mantenimiento de sus sistemas y establecer la administración para la distribución del recurso.

La construcción de una represa para formar embalses o de los canales para la distribución del agua constituye la introducción de elementos artificiales en un medio natural. Este proceso de artificialización genera reacciones en el medio natural de las cuales no podemos asegurar que no causen impactos negativos en el medio ambiente natural donde son establecidas.

Las propuestas de los proyectos de desarrollo de los recursos naturales renovables establecen objetivos y, para cumplirlos, se realizan diagnósticos de los recursos de la zona y diseños ingenieriles para aprovecharlos determinando sus beneficios aplicándose varios métodos de análisis que, en resumen, significan un contraste entre las inversiones realizadas para la obtención de los objetivos y los beneficios financieros del proyecto.

Los préstamos de las entidades internacionales del desarrollo han financiado en los países subdesarrollados los estudios de potencialidad financiera de la zona de influencia del proyecto, el diseño y el costo de construcción de las obras.

Al final de la década del 60 se ha exigido en los indicados estudios la incorporación de la dimensión ambiental -lo cual interesa a todos los estratos sociales, pues sus recursos constituyen el patrimonio del proyecto-, además de las investigaciones anteriormente indicadas, conceptualizadas como análisis financieros, originados en los precios de mercado, los cuales tienen como propósito obtener los beneficios más altos con la menor inversión. Este análisis es insuficiente para sociedades en desarrollo, cuyas políticas para alcanzar eficiencia y credibilidad necesitan conocer las externalidades de los proyectos; y en los análisis, la verdadera situación de la población del área de influencia del proyecto.

Nuestro país, que se ha calificado a sí mismo como agrícola, viene demostrando particular interés por el aprovechamiento del agua como un recurso básico para el desarrollo agrícola, estableciendo desde la década del 40 la Caja del Riego y gestionando créditos internacionales para construcción de obras con esta finalidad invertidos principalmente en la Cuenca del Guayas y en área agrícola del litoral ecuatoriano. Sin embargo, los resultados obtenidos no han sido los esperados: los créditos internacionales no se han recuperado y los sistemas de riego se han deteriorado sin cumplir su vida útil.

Los análisis preliminares realizados al respecto se orientan a señalar la falta de una política estatal de largo alcance, con la participación de los usuarios, a lo cual se añade la debilidad de los programas de organización de la operación y mantenimiento de los sistemas de riego. (O)