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Melania Mora Witt

Lo que pasó y lo que viene

31 de diciembre de 2016 - 00:00

Los seres humanos tratamos -desde épocas inmemoriales- de periodizar el tiempo y acostumbramos, en cada  ciclo que termina, hacer memoria de lo acontecido destacando aquello que nos causó más impacto, positiva o negativamente, al tiempo que renovamos esperanzas para el porvenir, que anhelamos venturoso.

En tal línea de pensamiento, resalta en 2016 el recuerdo doloroso de los casi 700 fallecidos en abril, a causa del terremoto que impactó especialmente a Manabí  y Esmeraldas. Tragedias similares ocurren en diversos lugares del planeta todos los días, pero solo sentimos toda su carga cuando el golpe es cercano. Cientos de familias que perdieron a sus seres queridos sintieron en forma repentina que sus vidas tomaron un rumbo distinto y que aquello que constituía su realidad cotidiana cambió para siempre.

Frente a esa crisis, descubrimos que los ecuatorianos somos capaces de reconstruir la vida; que existe en nuestro pueblo una asombrosa capacidad para levantarse de las ruinas y volver a empezar. Dejando a un lado el dolor y el llanto y con un esfuerzo gigantesco, se encontró la fortaleza para retornar a las tareas de todos los días. Casas, hospitales, escuelas surgen de nuevo. Todavía falta mucho para dejar atrás las huellas materiales de la tragedia, pero avanzamos por ese camino.

En esa tarea estuvimos todos: gobierno y ciudadanos, a más de una inmensa ayuda llegada desde múltiples rincones del planeta. Quizás esa sea la más importante lección del año que concluye: la certeza de que podemos conseguir todo lo que nos proponemos, cuando nos congregamos alrededor de grandes objetivos nacionales. Cuando no aparecen voces disonantes que, desde el rumor o la calumnia, cavan fosos entre los ecuatorianos; cuando se deja atrás intereses mezquinos y se aborda en forma conjunta la gran tarea de construir el país que queremos y merecemos.

En febrero próximo, Ecuador afrontará un momento decisivo. En el marco de un proceso democrático, el pueblo deberá elegir entre la consolidación de  un proceso en el cual ha primado la atención a los problemas colectivos y a la creación de una infraestructura que posibilite cambios radicales, o el retroceso a situaciones caracterizadas por la exacerbación de las desigualdades sociales y el dominio de los grupos oligárquicos, cuando distintos segmentos de aquellos se disputaban el poder, sin dar ninguna solución a los problemas de las grandes masas desposeídas.

Un claro ejemplo del deterioro social que acontece cuando las fuerzas retardatarias se imponen es lo que sucede en la Argentina de Macri. En un año han perdido su trabajo cientos de miles de personas; se ha incrementado la inflación disminuyendo drásticamente el valor de los salarios y pensiones. La política económica está en función de los intereses de los grandes grupos  económicos, mientras se reprime a quienes en forma creciente protestan ante esos atropellos.

La mayoría de ecuatorianos quiere continuar en paz y democracia; para ello es preciso un rotundo rechazo en las urnas a los candidatos del neoliberalismo. (O)

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