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El Telégrafo
Erika Sylva Charvet

Las mentiras sobre la selección de carreras

27 de diciembre de 2016 - 00:00

Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, afirma el dicho. Eso parece buscarse hoy con la mentira de que los/as jóvenes no escogen sus carreras universitarias, asumida como verdad por casi todos los/as candidatos/as. Paco Moncayo incluso habla de una “falta de libertad” y de supuestos “límites” del Estado a los “sueños de los ecuatorianos”.  

Pero, hoy quizás hay más libertad que antes para que las y los jóvenes se relacionen directamente y por su propia cuenta con el Estado a través de una plataforma informática, seleccionen la carrera que quieren estudiar y entren en el proceso de admisión. Por supuesto, si sería tan fácil como decir “yo quiero estudiar medicina” y acceder a ella sin ningún requisito, no sería posible.  Ni nunca lo fue en el pasado.  

Porque la selección de una carrera en nuestro país está mediada por varios factores.  En primer lugar, la desorientación de la vocación. Un estudio realizado este año arrojó un 40% de bachilleres ecuatorianos desorientados en relación a sus estudios universitarios, fenómeno no solo local. En España, por ejemplo, un reporte de 2015 indicaba que 8 de cada 10 graduados/as no sabían qué estudiar.

Por otra parte, las familias intervienen fuertemente en la selección de las carreras, presionando a sus hijos/as para que estudien cualquier cosa con tal de que saquen un título. Eso puede explicar que haya jóvenes que escogen opciones tan distantes, como ingeniería, medicina y sociología y que vivan frustrados si les resultó la de menor preferencia. En algunos casos, inclusive les fuerzan a seguir carreras acordes a la “tradición familiar” o les impiden el estudio de otras. En ese sentido, parecería haber una débil autonomía en las decisiones entre los/as jóvenes a la hora de postular para su carrera, pero no por la injerencia del Estado, sino por el autoritarismo de las familias.

Un tercer factor son los cupos de las universidades que fueron, son y seguirán siendo limitados. Antes de la reforma, este era obtenido mediante el albur de la inscripción, las palancas y los resultados del preuniversitario, configurando un proceso altamente discrecional. Ahora, el acceso a una carrera está también limitado por los cupos, pero en cambio interviene el mérito (la nota del ENES), así como el orden de preferencia de las carreras seleccionadas. En ese sentido, es un proceso más moderno, tecnificado, meritocrático y equitativo, en el que se ha eliminado la discrecionalidad en el acceso, pero cuyo resultado no siempre satisface al/a postulante.

Es decir, la elección de una carrera en Ecuador tiene que ver con la integralidad del sistema educativo, la cultura autoritaria de las familias, la carencia de autonomía de los/as jóvenes y la capacidad instalada de las universidades, factores que deben ser abordados objetivamente, vía propuestas de políticas por los/as candidatos/as y no por medio de la reproducción de mentiras de los sectores interesados en volver a ese pasado sin futuro que fue la universidad ecuatoriana de hace menos de una década. (O)

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