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El Telégrafo
Ilitch Verduga Vélez

La traición histórica es injustificable

17 de marzo de 2017 - 00:00

Los ‘patriarcas de la componenda’ están de regreso, generan el mismo clima tremendista de principios de los 80, que culminaron con la muerte del presidente Roldós, para inmediatamente obtener su recompensa: la ‘sucretizacion’. Estas mismas exigencias se repitieron en los gobiernos subsiguientes, estallando como los mayores males para nuestra patria, entre otros.

1.- La dolarización, fruto del fraude bancario del 99. 2.- La migración forzada de más de dos millones de hermanos, cuyas consecuencias aún está pagando el conglomerado social. Por ello es justo y necesario que se conozcan los entretelones de la mayor tragedia nacional, que hoy el pretendiente banquero a la Presidencia  ecuatoriana quiere soslayar, ocultando sus responsabilidades en el accionar de la banca corrupta, corruptora, culpable de la mayor incautación de propiedad privada -el dinero de nosotros. Empero, en este momento esencial en la vida del país, donde se deciden los destinos de los pobres de la patria, hay que insistir en el retorno nefasto de actos de la partidocracia, en que todo vale, para engañar de nuevo al electorado, como lo hizo Febres-Cordero con su plan mendaz de ‘Pan, techo y empleo’.

Ahora, unidos en agresiva entente, la derecha, heredera de encomenderos que vendían sus haciendas, incluyendo sus huasipungueros, con la burguesía bancaria sin compasión por los débiles, junto a propietarios de corruptos populismos, sedientos de poder, dinero, que avergüenzan al país, con sus dichos infames, hoy agregados a quienes ayer denostaban, nos muestra que, para la politiquería, lo imposible es lo probable. La resurrección de sepulcros blanqueados apoyando a la candidatura del postulante bancocrático no sorprende, sentimos que es el juego vil de ‘quién saca provecho a quién’. Empero, lo que conmueve es la paradoja inmoral de obtusos dirigentes autodenominados izquierdistas obnubilados por odios, envidias, atornillados en jefaturas de formaciones partidistas que empezaron a desaparecer, al caer el muro de Berlín. Sin expectativa de modificar estrategias, olvidando la realidad, interpretando la doctrina marxista, cual catecismo, disminuidos en militancia, en principios.

Añoran viejos tiempos, antes de la Revolución Ciudadana, donde su capacidad para presionar permitía manipular a los regímenes de turno, apoderándose de la educación, de sindicatos estatales, para estar, tener, antes que ser. Integrados a esa triple alianza, con la directiva de Pachakutik, socios del ‘acuerdo nacional’ ignoraron el programa de CREO: las alzas de combustibles, la tercerización laboral, privatización de la salud, la educación. Por lo que tendrán que rendir cuentas a sus bases, más pronto que tarde.

No aportan sufragios, pues lo hicieron en la primera vuelta. Solo brindarán opulencias, ratificando su traición histórica, en palabras de Tomás Borge: “Los traidores nunca cambian”. A todo ello, la nación  ecuatoriana, saturada de abusos de estos viejos jinetes del apocalipsis, debe reflexionar sobre los nuevos feriados bancarios que se venden como ‘cambio’. Hay que destapar a entraña viva el regreso del neoliberalismo sobre las espaldas de miles de engañados por chismes, rumores, falacias, habladurías, alimentados disciplinadamente por mass media.

A los banqueros prófugos, omnipresentes en la campaña electoral, junto a aquellos funcionarios condenados por sobornos, escapados a EE.UU., la ética les suena inexistente. La ley -letra muerta para quienes solo les interesa lucrar- tendrá reivindicación. El poder del dinero enfrentará la dignidad del pueblo, dispuesto a vencer en las elecciones del 2 de abril. (O)

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