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El Telégrafo
Erika Sylva Charvet

La simulación de La Unidad

11 de octubre de 2016 - 00:00

Si partimos de la premisa de que toda unidad implica la imposibilidad de división o separación, entonces La Unidad es una mera simulación. Esto se apreció desde el mismo momento en el que los socialcristianos lanzaron a su precandidata: “Cynthia es el hombre…Ecuador tiene un candidato mejor que yo… Ella es el hombre que el país necesita…tiene huevos”, dijo Nebot.  Enfrentada a la negación de su sexo, la precandidata se obligó a ser lo que no es: mientras vestía de blanco, simbolizando la armonía y la paz de La Unidad, utilizaba el lenguaje de guerra acorde a los estereotipos masculinos, típico de los patriarcas socialcristianos.

Continuó el fingimiento cuando ella, que es una política derechista fogueada con cerca de veinte años de militancia y altos cargos públicos, sorprendentemente se empezó a marketear como “no política”, refiriéndose a los “políticos” como extraños a ella: “a mí no me interesa lo que digan los políticos”; ellos “están más enfocados en sus intereses personales”. Y, así, mientras el Gobierno del partido en el que milita cometió crímenes de lesa humanidad, ella habla de “leyes asesinas” en estos tiempos de revolución, solo para simular un interés por los derechos humanos, al mismo tiempo que calla sobre los crímenes del febrescorderato.

Mientras era precandidata, La Unidad se vendía al mercado político como una alianza plural dispuesta a desprendimientos, pese a las fisuras que mostró con la pugna González-Montúfar por encabezar la lista de asambleístas.  Pero, cuando ella fue nominada como candidata, fue la debacle: no solo que La Unidad se convertiría en signo del derechista PSC, sino que ella volvería a ser negada, esta vez como candidata, cuando se cuestionó su nominación porque -según Carrasco- “no se está hablando de matemáticas, sino de política”.  

No solo que él la descalificó como candidata, sino que la invisibilizó como dirigente política cuando dijo que “la alianza de Ramiro González, César Montúfar, Jaime Nebot, Paúl Carrasco no da la capacidad como para ganarle al correísmo”.  Ella, que critica el discurso político machista, se allanó al machismo de estos patriarcas. Para colmo, al mismo tiempo que sostenía que es una candidata “seria, firme, valiente”, su propio coideario Nebot hacía lo mismo al pasar por encima de ella y proponer que deponga su candidatura para dar paso a una “supraunidad” y “buscar un mejor candidato”. Fue la tercera vez que Cynthia Viteri fue negada como candidata y como mujer.

Todo este asunto ha develado la simulación que es La Unidad. Simula que es una unidad, pero tiene no solo fisuras, sino fracturas y hasta grietas, en medio de discursos contradictorios que dicen por una parte que está “férreamente unida”, “sólida, fuerte”, mientras por otra hablan de “crispaciones”, de “limitaciones, exclusiones…y espectáculos tristes”. Simula que agrupa a importantes fuerzas, pero ya no se sabe quiénes están y, sobre todo, quiénes se van. Y, finalmente, simula que tiene una buena candidata, pero al mismo tiempo la descalifica, la niega y hasta la baja de la camioneta. (O)

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