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El Telégrafo
Rodolfo Bueno

La historia no solo lo absolvió

06 de diciembre de 2016 - 00:00

Para quienes hemos admirado a Fidel Castro desde que supimos de su existencia, su deceso nos recuerda que la historia no solo lo absolvió, sino que lo situó en el altar de la inmortalidad, pues su obra perdurará para siempre. Los que soñamos con un mundo libre de despotismos, de analfabetismo, de explotación y de miseria humana, la peor de las miserias, sabemos que Fidel fue, es y será el adalid de estas libertades. Y no se trata de endiosarlo y creer que esté exento de errores, se está consciente de que eso no es así, pues sin equivocaciones es imposible lograr algo.

Su inteligencia, valentía, firmeza de convicciones y patriotismo permitieron a Cuba no solo independizarse de EE.UU., sino que -además- enseñó a América Latina a vivir de pie, no de rodillas, a tener el coraje de decir No y, por sobre todo, a tener dignidad. ¿Qué distingue al pueblo cubano de otros pueblos? Su dignidad, su sentimiento de solidaridad ante la injusticia y la explotación. Vietnam, Angola, Sudáfrica, Palestina, Nicaragua y otros países dan testimonio de estas palabras.

Y Cuba fue castigada cruelmente por ser solidaria. Más de medio siglo de bloqueo férreo, inhumano, sanguinario... Todo comenzó desde el primer día del triunfo de la Revolución, había que doblegarla antes de que su ejemplo se difundiera por un mundo sometido al colonialismo o al neocolonialismo. Algunos cubanos no lo soportaron y quebraron, buscaron refugio por todo el planeta, pero la inmensa mayoría resistió las penurias causadas por el enemigo y allí están, seguros de que el futuro les pertenece.

La isla sufrió muchas intervenciones: Enmienda Platt, añadido a la Constitución de Cuba que le daba a EE.UU. el derecho de intervenir si algún gobernante no era de su agrado; base de Guantánamo, territorio arrebatado a Cuba por EE.UU., y que por soberbia se niega a devolver; feroces dictaduras, Machado y Batista fueron impuestos por EE.UU. para doblegar al pueblo de Cuba; gánsteres como Meyer Lansky, número dos de la mafia estadounidense, que controlaba los casinos de Cuba; desempleo cercano al 35% de la población; bajos salarios, cerca del 62% de los trabajadores tenía un salario inferior a $ 75 mensuales; en el campo los ingresos eran inferiores a los $ 300 anuales, el analfabetismo superaba el 40% y la mala alimentación era común, solo el 11% consumía leche, el 4% carne, el 2% huevos y el 44% nunca había ido a la escuela.

Se dijo: “Pienso que no hay un país en el mundo, incluso los países bajo dominio colonial, donde la colonización económica, la humillación y la explotación fueran peores que las que hubo en Cuba, debido a la política de mi país, durante el régimen de Batista.

Nos negamos a ayudar a Cuba en su necesidad desesperada de progreso económico. En 1953, la familia cubana media tenía un ingreso de $ 6 semanales… Este nivel abismal empeoró a medida que la población crecía. Pero en vez de extenderle una mano amistosa al pueblo desesperado de Cuba, casi toda nuestra ayuda tomaba la forma de asistencia militar, asistencia que sencillamente reforzó la dictadura de Batista generando el sentimiento creciente de que Estados Unidos era indiferente a las aspiraciones cubanas a una vida decente”.

Este párrafo le pertenece a John F. Kennedy. (O)

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