Ecuador, 18 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Melania Mora Witt

"La era mediática de la posverdad"

10 de diciembre de 2016 - 00:00

“... Cuando la uniformidad mediática aplasta toda diversidad, censura cualquier expresión divergente y sanciona a los autores disidentes es natural, efectivamente, que hablemos de represión. (…) Como muchos otros yo viví en carne propia los azotes de ese sistema: en España y en Francia…”.

El autor del párrafo es el escritor Ignacio Ramonet, colaborador frecuente de EL TELÉGRAFO. Nacido en Galicia, sus padres republicanos se exiliaron en Tánger. Vive en París desde 1972. Es doctor en Semiología e Historia de la Cultura, además de crítico cinematográfico; catedrático de la Universidad Denis Diderot de París VII y La Sorbona; consultor de la ONU y director de la edición en español de Le Monde Diplomatique. Presidente de honor de ATTAC -grupo de pensadores-; promotor del Foro Mundial de Porto Alegre. Universidades de España, Argentina y Cuba le han dado el Doctorado Honoris Causa. Sus libros han sido traducidos a varias lenguas. Es, además, una de las principales voces del movimiento Wikipedia.

Ramonet cuenta -en el texto publicado con el nombre de este artículo-, la represión de que fue objeto a partir de 2006, debido a la publicación de su obra: Fidel Castro-Autobiografía a dos voces, cuya preparación le exigió varios años. Para entonces escribía artículos para el diario El País de España. La dirección cesó de publicarlo y, desde entonces, aun de mencionar su nombre. Igual actitud tomó el periódico La Voz de Galicia.

Cuando el mismo libro apareció en Francia en 2007, los medios en los que trabajaba lo eliminaron de sus plantillas en forma violenta. La directora de France Culture Radio Pública suspendió su programa, sin permitirle ninguna argumentación. En la Universidad Diderot se inició un proceso de hostigamiento para separarlo de su cátedra. El director de Le Monde, de cuya Sociedad de Redactores formaba parte, pidió su separación, a pesar de confesarle que no había leído la obra.

Así, dice Ramonet, “en nombre de la libertad de expresión, se me negó el derecho a la expresión” y añade: “Muchos periodistas han sido condenados a la invisibilidad y marginalidad por no pensar como el eco feroz de los medios dominantes; por rechazar el dogmatismo anticastrista obligatorio por ellos impuesto”.

En nuestro medio tenemos ejemplos parecidos. El fallecimiento de Fidel ha propiciado varios comentarios de diverso tipo. En muchos de ellos -entre los que se cuentan ‘arrepentidos’ que en tiempos neoliberales reniegan de su pasado-, hay ignorancia o mala fe manifiestas. A Bernard Fougéres se lo hostiga por publicar un testimonio personal sobre Castro, sin respetar, en ese caso, su libertad de expresión. En su mayoría, de los artículos contra el líder cubano carecen de objetividad. Ventajosamente, buena parte de los autores goza de un merecido anonimato.

Quizás alguno de esos detractores reflexione por qué la ONU -que incluye a países de distinto signo ideológico- y el Papa han manifestado su pesar. El pueblo cubano, llorando en forma infinitamente mayoritaria a su líder, les dio la mejor respuesta. (O)

Para estar siempre al día con lo último en noticias, suscríbete a nuestro Canal de WhatsApp.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media