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El Telégrafo
Alfredo Vera

La educación, objetivo vital

13 de septiembre de 2016 - 00:00

Si un candidato a la Presidencia no tiene respuesta a la pregunta “¿Qué es la educación?” es que no sirve para gobernar, porque desconoce la materia esencial del progreso y el desarrollo, y también carece de conocimientos para la utilización del talento humano, para aplicarlo en los procesos productivos y en las tareas destinadas a generar riqueza, y así poder cimentar la existencia de una nación, para que pueda aprovechar los recursos naturales y las capacidades que se generaron, precisamente, por los procesos educativos que, a su tiempo, se impulsaron por ser parte del proyecto que, como futuro gobernante, se habría propuesto, cuando presentaba su plan para conducir el país, en caso de resultar ungido.

El presidente Rafael Correa inauguraba una escuela del milenio en el Oriente amazónico y se quedó asombrado al escuchar a un joven estudiante dar un discurso con total soltura, demostrándose que, a pesar de provenir de un sector marginal y de escasos recursos económicos, se desenvolvía con toda naturalidad y reconocía al gobernante su gratitud porque había invertido en la educación, pese a las protestas de sus adversarios que lo acusaban de haber derrochado los recursos del Estado. Los resultados eran evidentes, porque demostraban el acierto de su decisión que, como mandatario, sabía qué hacer para impulsar la superación de esa población abandonada desde hace mucho tiempo por anteriores gobiernos, que sí contaron son recursos provenientes de la extracción del petróleo, pero que no los supieron invertir.

Como sucedió en la época de Alfaro,  en la ‘Gloriosa’ ecuatoriana, en la Cuba de Fidel, en el Chile de Allende, en la Guatemala de Arbenz, en la Nicaragua de Ortega, en la Venezuela  de Chávez, en la ecuatoriana de Correa, y en todos los procesos revolucionarios de América Latina, sus gobiernos dieron a la educación la prioridad que correspondía, al tratarse de procesos inspirados en la justicia social, que persiguieron elevar los niveles educativos para tratar de conquistar la igualdad entre todos los habitantes de los sectores abandonados por los gobiernos de turno.

La construcción y puesta en marcha de las denominadas escuelas del milenio; la creación de las universidades de alto nivel académico, así como los planteles réplica de otros ya consagrados; el eliminar el cobro de las matrículas, así como el control partidista del magisterio al que se lo sometió a una permanente evaluación, obligándolo a cumplir las disposiciones de las autoridades educativas; otorgar libros y alimentación en forma gratuita a todos los estudiantes; entregar becas a miles de bachilleres y profesionales en las mejores universidades del mundo; y obligados a acatar todas las reformas en el sistema educativo, hizo que las condiciones de la educación fiscal, gratuita, de calidad y con calidez, se pusieran de manifiesto en las diversas instancias del proceso educacional.

Los cambios en las políticas educativas son las que marcan el destino de los profesionales que se forman con la ilusión de prestar sus servicios a los conglomerados atrasados y ayudar al desarrollo de las comunidades en las diversas especialidades, de la investigación, de la salud, de la productividad, del manejo de los procesos de creación de riqueza, que es la base y sustento del avance de las naciones.

El Gobierno actual supo, desde sus inicios, cuáles era las respuestas apropiadas y certeras a la pregunta inicial de esta nota. Por eso, el éxito de su régimen, que mantiene el prestigio que lo acompaña. (O)

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