Me refiero a la administración, operación y mantenimiento de los sistemas de riego, especialmente de aquellos que cuentan con embalses artificiales formados por la construcción de represas. Estructuras, las cuales, localizadas en las áreas de uso agrícola con deficiencia temporal o permanente del agua, solucionan esta deficiencia con la que contienen almacenada y que es imprescindible para lograr la producción de sus cultivos.
Estas represas (elementos artificiales) indispensables para resolver las limitaciones de los recursos hídricos de una zona determinada, así como proporcionan los beneficios indicados también causan alteraciones negativas en el medio ambiente natural donde son introducidas, generando los llamados impactos ambientales.
Con la finalidad de controlar estos efectos adversos en las áreas de influencia de los proyectos de desarrollo, se ha establecido como obligatorios los análisis de los impactos ambientales (AIA), los cuales constituyen un estudio sistemático del medio ambiente donde se desarrolla el proyecto, identificando los impactos potenciales negativos y proponiendo las medidas de protección mediante los planes de manejo ambiental del proyecto, detallando las acciones que se requieren mitigar, controlar, compensar y corregir para prevenir los posibles efectos o impactos ambientales negativos causados por las obras o actividad procedentes del desarrollo de un proyecto. El manejo incluye también los programas de seguimiento, evaluación y monitorización de las contingencias.
Los planes de manejo ambiental y los programas de operación y mantenimiento que garantizan la eficiencia y la vida útil de los sistemas de aprovechamiento de los recursos hídricos están integrados y deben respaldarse con una política de Estado de largo alcance en el tiempo y en el espacio que genere un alto nivel de acuerdo entre todas las fuerzas políticas y sociales, tanto en relación a las metas propiamente dichas, como en cuanto a las formas más adecuadas de llevarlas a cabo para alcanzar los objetivos del desarrollo.
Como hemos indicado en un artículo anterior, las inversiones realizadas para construir los sistemas de aprovechamiento de los recursos hídricos para el desarrollo son costosas y, en nuestro país, han sido solventadas mediante préstamos internacionales, lo cual ha permitido la construcción de las obras de represamiento financiadas por los préstamos, pero las de distribución: acueductos, canales y sistematización parcelaria han faltado concluirse restándole potencialidad a los objetivos y dificultades en la organización de la administración de la operación y mantenimiento del sistema con el descrédito de su eficiencia ante las expectativas de los usuarios. Lo cual nos demuestra que no hemos tenido una sólida política de Estado para el aprovechamiento de los recursos naturales, como el agua, con la participación de los usuarios, capacitación y eficiente administración (gobernanza).
En lo que corresponde a los planes de manejo ambiental la situación es aún más crítica, sin que haya posibilidades de financiar las medidas urgentes para controlar los impactos negativos que son evidentes. (O)
