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El Telégrafo
Erika Sylva Charvet

Interpretando a Lenín

01 de agosto de 2017 - 00:00

En los últimos días del balotaje, Lenín era interpretado como ‘correísta’ y denominado Moreno por la derecha mediática, que le conminaba a rectificar el modelo ‘derrochador’ e interventor del Estado en la economía, en caso de que, ¡Dios no quiera!, ganara las elecciones. Pero el movimiento PAIS ganó la segunda vuelta el 2-04-2017, pese al montaje de fraude electoral planificado por ella, que hoy desparpajadamente reconoce que nunca hubo.

En la larga fase de las impugnaciones y reconteos que se extendió entre el 3 y el 17-04-2017, Lenín siguió siendo denominado Moreno por ese periodismo envenenado de oposición que, además, lo construía simbólicamente como ‘ilegítimo’, ‘Presidente por fraude’, por ‘regalo’, resultado de un ‘operativo planificado’, un Presidente sin poder, sin autoridad moral, solitario y aislado, que, para ser aprobado por ellos, debía demostrar ser diferente de Correa. Apelando a la metáfora del ‘país partido por la mitad’, le ordenaban unir al país. Es decir, ponerlo bajo la égida de ellos. Porque el país ya se había pronunciado mayoritariamente por unirse en torno a la Revolución Ciudadana.

Una vez que el CNE proclamó oficialmente el triunfo de PAIS el 18-04-2017, los(as) comunicadores(as) derechistas empezaron a debatirse entre la descalificación de Moreno -al que seguían pintando ora como ‘ilegítimo’, ‘rehén de Correa’, o como ‘bonachón’, ‘buenoide’, ‘milagrero’- y la duda en torno a su real identidad política. Su imprevista ambigüedad aparecía como un enigma. ¿Acaso se trataba de un ‘tongo’ o un ‘simulacro’ entre Lenín y Correa? ¿O se presentaba una oportunidad de influir -¡al fin!- en las cumbres? ¿Quién era realmente Lenín Moreno? En este marco, no paraban las órdenes al Presidente electo: ‘instalar un ambiente de confianza’ y sobre todo ‘desmontar los sueños de perro del correísmo’.

Ya posesionado como Presidente desde el 24-05-2017 y una vez hechos tangibles sus desmarcamientos del ‘correísmo’ -que para la derecha significa la representación política de Rafael Correa de los ‘grupos incongruentes’ (indígenas, LGBTI, sectores populares, etc.), una masa de resentidos sociales que culpan a las élites por su ‘situación relegada’-, la derecha mediática empezó a denominar también como Lenín a Moreno, mostrando sus dilemas entre la simpatía y antipatía que todavía le inspiraba.  
Lo más interesante es que los imaginarios registraban cambios. Ahora aparecía integrando el grupo de los ‘ideólogos’ de PAIS, no de los fraudulentos y corruptos; ya no era el ‘bonachón’, sino todo un maquiavélico capaz de utilizar para sus fines al grupo de ‘correístas’ que todavía le rodeaban. Incluso hay quienes, ante su ansiedad por ‘erradicar la hegemonía del correísmo’, lo imaginan como el Plaza del siglo XXI, soñando con ir a Tababela de su mano a recibir a Correa como ‘acusado’, tal como Alfaro fue recibido en Chimbacalle por los curuchupas aliados a Plaza.  

La pregunta es: ¿será capaz Lenín -¿Moreno?- de llevar hasta el final el guion ideado por la derecha ecuatoriana por más de una década? (O)

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