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El Telégrafo
Sebastián Vallejo

Halliburton, Ecuador y nuestro capitalismo

31 de octubre de 2014 - 00:00

Qué es Halliburton si no el epítome de todo aquello que está podrido, o pudriéndose, en este sistema que llamamos mundo (capitalista, occidental y liberal). Es, para comenzar, una empresa petrolera, lo cual la confiere de características intrínsecas irreconciliables con la especie humana, excluyendo, si se quiere, a sus propios CEO. Dick Cheney, por ejemplo, que renunció de su posición como director general de Halliburton para sumarse a la campaña presidencial de George W. Bush como su vicepresidente. Luego invadieron Irak (por segunda vez un Bush y Dick Cheney invadieron Irak), para que Halliburton termine cosechando $ 39,5 mil millones en contratos, tanto petroleros, como de servicios militares e infraestructura. Suena a libre mercado, pero han pagado más de $ 790 millones en multas por mal manejo de contratos federales, adicionales a otros $ 250 millones que pagaron por un caso de corrupción interpuesto por el Gobierno de Nigeria, donde Cheney estaba directamente implicado.

Pero esto refleja solo su pobreza ética frente a los manejos administrativos y financieros de la compañía. El pobre manejo ambiental se refleja en esa nube ácida sobre Farmington, Nuevo México, que fue el resultado de un derrame de material peligroso de una de las instalaciones de Halliburton en 2007. O, por qué no, sus implicaciones en el derrame de petróleo en el Golfo de México. Halliburton era la encargada de poner el cemento en la base de las torres que, 20 horas después, explotarían para dar paso a once muertos, galones derramados y playas contaminadas. Por lo menos eso es lo que dice British Petroleum (BP). Halliburton lo niega, pero es difícil saber quién está del lado de la verdad, especialmente después de que Halliburton destruyó la evidencia. Ahí se fueron otros $ 1,1 mil millones en daños.

Según el Harris Poll, Halliburton es la cuarta compañía menos reputada de Estados Unidos. Comparte el podio con Goldman Sacks, que puso nuestro oro a producir; y Monsanto, que pondrá nuestras tierras a trabajar. Mientras la mayoría de compañías buscan darse a conocer, Halliburton ha hecho todo lo posible por no ser conocida. Los esfuerzos han sido en vano. Por 5 años ha tenido su puesto asegurado en el Top 10. Un logro impresionante para una compañía que no tiene contacto con los consumidores.

A comienzos de octubre, Halliburton cerró un contrato a largo plazo con Petroamazonas (ergo, el Gobierno ecuatoriano) para la exploración de reservas, el desarrollo de servicios petroleros y la recuperación mejorada de campos. No son los únicos en esta búsqueda por recuperar los campos petroleros, pero en un grupo turbio (son, al final del día, petroleras) parece que son los peores. No solo por su sinuosa historia legal, sino porque está pronosticado que rinda por debajo del resto del mercado de valores en Estados Unidos y la sugerencia parece ser vender estas acciones. Mala compañía, en el sentido más extenso de la palabra.

Regresa a la idea de ese nuevo capitalismo de rostro humano que no termina de serlo. Porque el mercado lo esconde todo. Porque suena más el petróleo que un pasado cargado de lo que tanto tratamos de denunciar: esa violencia hegemónica del capital en detrimento de la persona.

Entonces, o cambiamos el discurso, o cambiamos nuestros modos.

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