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Alfredo Vera

Hacia la hora cero

27 de septiembre de 2016 - 00:00

Todas las fuerzas políticas, con o sin ideología, se acercan a definir las posturas que adoptarán para las próximas elecciones presidenciales, para el gobierno que le tocará regir los destinos del país, a partir de 2017.

De acuerdo a la naturaleza, el tiempo avanza hacia adelante, sin embargo, hay fuerzas políticas que se estancan en su propio terreno y aún hay otras que tienen la osadía de intentar retroceder, contrariando el destino del proceso lógico de la vida.

Al momento, sobrepasan a más de una decena de presuntos candidatos para optar a la Presidencia de la República, pero aún falta que corra el agua bajo los puentes, antes de que se dé el pitazo de arranque, para los diferentes aspirantes en su carrera hacia el solio presidencial y se conozca cuántos candidatos al fin entrarán a la contienda.

Aparte del candidato de Alianza PAIS, que tiene definida su ideología y un plan de gobierno a largo plazo, entre todos los demás hay una verdadera fanesca de pseudoestructuras políticas y programáticas, en una siniestra mezcolanza que no permite avizorar la diferencia entre unos y otros, marcada por las disimilitudes de propuestas que no conducen a destino cierto.

El pobre elector llegará a las urnas a encontrar una ‘chanfaina’ de propuestas indescifrables que no dan pie con bola ni proponen objetivo concreto alguno, con lo que se pueda definir a dónde quieran arribar, si por desgracia uno de ellos llegase a triunfar. Además de la confusión propia de cada uno, influyen las presiones a que están sometidos, por la pretendida manipulación de la potencia imperial, que no permitirá que algún presunto ganador se escape de su control político, económico y social, para el devenir en los tiempos.

Que se pongan de acuerdo sobre la cantidad de precandidatos, para lograr consensos y llegar a tener una propuesta única, es más difícil que lleguen a poder poner un huevo de gallina parado, tarea que no se logra en ningún lugar del mundo, en toda la historia de la humanidad.

La disputa por llegar a ese objetivo dejará un reguero de muertos y heridos en el camino hacia las urnas, antes de que se pongan de acuerdo, sin que lleguen a conseguirlo.

El pueblo ecuatoriano percibirá la diferencia que ofrece el candidato de AP, que continuará construyendo un país que lucha exitosamente por disminuir la pobreza y compensar el beneficio del gasto público en la creación de nuevos hospitales y maternidades; de escuelas del milenio y universidades científicas y tecnológicas; desarrollar de manera agresiva la reforma agraria; continuar con el avance en el sistema vial y la construcción de puertos y aeropuertos; en el otorgamiento de becas en las mejores universidades del país y del mundo; la equidad en los ingresos de los servidores públicos y privados; en fin, continuar con todos los procesos iniciados durante el régimen presidido por Rafael Correa Delgado en esta década ganada.

También la nación deberá seguir mostrándose a la vanguardia de las propuestas de integración continental y mundial, para superar las injusticias sociales y económicas, particularmente entre los países sometidos al subdesarrollo, sin dejar, por cierto, de luchar por la defensa de la soberanía, la autonomía y la dignidad en la llamada ‘Segunda Independencia’ de nuestras naciones. (O)

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