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Antonio Quezada Pavón

Hablemos sobre la corrupción

18 de mayo de 2017 - 00:00

Se instaló la nueva Asamblea dando a todos la promesa de luchar contra la corrupción, algo que no fue prioridad en el anterior período legislativo. Se puede definir corrupción como el abuso de una posición de confianza para beneficio propio o de sus allegados, amigos, familiares o aquellos que le han financiado. Y esta definición cubre tanto al sector privado como al público. Y debemos entender que hemos sido equivocadamente educados acerca de este problema de descomposición social. En primer lugar nos han enseñado que corrupción no es realmente un crimen.

Cuando hablamos a nivel familiar acerca de la criminalidad, pensamos en los asaltos, en los secuestros exprés, pero de ninguna manera sobre la corrupción. Pero es un crimen, pues involucra el robo del dinero de los ciudadanos que pagan impuestos. Por otra parte, nos han dicho que la corrupción es realmente un pequeño problema que no significa más allá del 10% al 15%, que ha venido desde siempre y continuará para siempre, y que cualquier ley que se pase para controlarla será ineficiente. Y nos han inducido a no prestar atención para dar las seguridades básicas de integridad, transparencia y rendición de cuentas. Esta aberrante cultura, cuya percepción de gasto público no necesita transparencia y rendición de cuentas, trae como resultado corrupción.

La buena noticia es que más gente en todo el mundo quiere saber todo lo que hace la gente en el poder. Quieren participar en las decisiones que se hacen en su nombre y con su dinero. Esto es lo que se puede llamar la democratización de la información. Se trata de averiguar la verdad, no porque alguien diga que es verdad: ‘porque lo digo yo’. No, se trata de averiguar la verdad basada en lo que se puede ver y comprobar. Se trata de cuestionar y superar (lo cual ya lo hemos logrado) el derecho divino de los reyes a gobernar al pueblo; o la subordinación de la mujer al hombre; o que la Iglesia tuviera la palabra oficial de Dios. Bueno, la Iglesia no estaba muy contenta con esto e intentó reprimir mediante la Santa Inquisición, pero no contaron con la tecnología de esa época que trajo la imprenta y de repente permitió que estas disidentes ideas se extendieran a bajo precio, lejos y de prisa y que la gente se reuniera en tabernas a debatir ideas y a planear revoluciones.

En nuestra época tenemos la digitalización que elimina el factor físico de la información, por lo que ahora no tiene ningún costo copiar y compartir la información. Nuestra imprenta es internet. Nuestras tabernas las redes sociales. Y ahora tenemos un sistema completamente conectado y unas cuantas decisiones globales que tomar en este sistema. Y por eso estamos viendo un aumento en las peticiones de información verdadera y honesta;  y promulgación de más leyes de transparencia y acceso a la información. Más leyes antisoborno, regulaciones de capital, mayor acceso a la información corporativa de tal manera de seguir activos en el extranjero. Y se hace más difícil esconder activos, la evasión de impuestos o la desigualdad salarial. Estamos empezando a saber cada vez más sobre los sistemas económicos y sociales.

Y se están integrando todos en un sistema central, todos excepto uno. Y es el sistema en que se basan todos los demás; el sistema desde el cual se organiza y ejerce el poder y lamentablemente es el sistema político. Porque en la política aún tenemos un sistema jerárquico piramidal que hace difícil procesar el volumen de información necesario para el buen funcionamiento de este sistema. Esta es la causa de la crisis de legitimidad que tienen los políticos en los diferentes partidos y movimientos actuales, provocando inestabilidad en los gobiernos. (O)

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