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Ilitch Verduga Vélez

"Ha estallado la paz"

14 de octubre de 2016 - 00:00

Al terminar la Guerra Civil Española, varios de sus escritores en el país y en el exilio desarrollaron obras que desde la perspectiva de la literatura describieran el conflicto fratricida, en el que hubo más de un millón de muertos y otros tantos heridos, mutilados y expatriados de su tierra en tres años de combates y que fue el preludio de la segunda conflagración mundial. Uno de ellos fue el novelista de filiación falangista Gironella, que escribió una trilogía, cuya última novela llamo con el  título que antecede el presente artículo donde describe la realidad de la pax romana que impuso Franco, con miles de combatientes presos y otros miles de partidarios de la república, fusilados.

Parafraseando ese encabezamiento, quiero referirme a lo sucedido en Colombia, el domingo 2 de octubre, en el plebiscito para considerar los acuerdos de paz, rubricados por el presidente Santos y el jefe de las FARC, que daba esperanzas a millones de colombianos, a la comunidad internacional, que el añejo antagonismo armado -el más antiguo del mundo- había cesado, gracias a una paz honorable y negociada por las partes -en esta vez- durante casi un lustro. No se lea exageración en lo enunciado, la contienda en la hermana nación ha dejado centenares de miles de vidas segadas, de millones de desplazados, pérdidas cuantiosas de recursos y bienes del Estado y de particulares.

En consecuencia, la aceptación del convenio firmado entre la FARC y el Gobierno se lo consideraba justo y no se preveían resultados negativos, por lo menos desde el mínimum de la racionalidad política. Mas lo imposible dejó de ser probable para convertirse en la  realidad brutal de la victoria de la abstención, de los partidarios del No liderados por los “señores de las sombras” que ha retrotraído a la patria colombiana a trágicas circunstancias de la contienda bélica. Aunque dado el caso histórico, el alto al fuego bilateral se mantiene, el dictamen logrado en Cuba está en riesgo.

Los dolosos hechos de los impulsores del No, relatados por su gerente de campaña Juan Carlos Vélez, en el periódico La República, enumerando las falacias utilizadas durante la campaña de terror generada para evitar el triunfo de la opción Sí, en la consulta, conmueven y resaltan, cómo y cuánto puede alcanzar una campaña mediática vil, para destruir una causa realmente necesaria de conciencia humana notable. El diario EL TELÉGRAFO, el pasado 7 de octubre, consignó los dichos del gerente de marras y de los entretelones de la siniestra operación que  dirigió para que naufrague el proceso histórico de búsqueda de la paz duradera en la coyuntura ideológica ideal como la que aún existe. Y de su propia voz establece la complicidad de entes de trusts mediáticos, de alcance continental, replicados por cientos de estaciones en territorio colombiano, para solventar las mentiras de los opositores del proyecto pacífico.

El generoso financiamiento de empresarios del denominado eje cafetero, la participación de algún jerarca de la Iglesia católica en el ejercicio  contrario a lo acordado, son una muestra de cómo se forjan y actúan las alianzas fácticas. Lo firmado en Cartagena, en acto solemne frente a testigos de relevancia mundial, que reiteró la voluntad de paz del régimen colombiano, y su fracaso en la última instancia, es señal del poder de las internacionales oscuras en la vida de los pueblos y la necesidad sentida de enfrentarla, con coraje y decisión, como lo está haciendo la juventud y el pueblo de nuestra hermana Colombia. (O)

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