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Gustavo Pérez Ramírez

François Houtart, extraordinario ser humano (II)

20 de junio de 2017 - 00:00

El fiel ejercicio del sacerdocio a luz de la Teología de la Liberación y su empeño en la Justicia Social y el Bien Común, constituyen el núcleo del legado profético de François Houtart.

Su legado es plurifacético. Destaco unos pocos tópicos, dándole prioridad a sus investigaciones sobre un nuevo paradigma civilizatorio sobre el Bien Común de la Humanidad, que  elaboró a petición del presidente de la Asamblea de las Naciones Unidas, 2009; su pensamiento sobre la agricultura campesina; y en general sobre las luchas por la justicia social. Además, dejó más de 70 libros y numerosos artículos en periódicos y revistas.

Habría que añadir muchas más reflexiones sobre su coherencia de vida, su proverbial amabilidad, disponibilidad y generosidad, no solo para ayudar al necesitado, sino con su tiempo, atendiendo consultas de todo el mundo. Asimismo, su modestia, su paciencia, su firme y constante defensa de los derechos humanos, y toda la sabiduría que aportó por donde fue pasando para la emancipación y desarrollo de los pueblos  con una crítica objetiva siempre aportando alternativas, firme en su opción por los pobres, particularmente por los indígenas y campesinos.

Con tres fundaciones internacionales,  la del Centro Tricontinental, en 1976 en Lovaina, la del Foro Social Mundial de Porto Alegre  2001  y la de revista Alternatives du Sud, François ha dejado una riquísima fuente de reflexión alternativa a escala mundial.

Su libro Sociología de la Religión, que escribió para el curso de sociología que dictó en Lovaina, es otro de sus legados principales. Fue tan exitoso, que pudo darlo aun en Cuba, invitado por el Comité de la Revolución.

Parte de su legado queda en el Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN), en Quito, donde fue investigador y profesor, particularmente con la cátedra ‘Francois Houtart’,  y en  la Universidad Central, donde fue docente de la Maestría de Sociología Política.

Acababa de regresar de su último viaje, que fue a Venezuela, cuyas reflexiones sobre la situación del país dejó consignadas en su artículo ‘La Venezuela de hoy y mañana’, que EL TELÉGRAFO publicó el 28 de mayo pasado. Entiendo que  viajó por invitación de la  comunidad luterana en Venezuela, para un encuentro ecuménico con motivo de las conmemoraciones, este año, del Quinto Centenario de la Reforma Protestante con Martín Lutero.

Y hasta la víspera de su muerte, estuvo sirviendo al prójimo. Había organizado un conversatorio para denunciar el genocidio de los tamiles en Sri Lanka, como lo venía haciendo desde hacía tiempo, esta vez, para pedir que el Gobierno ecuatoriano, como presidente de turno del Grupo de los 77, plantee una investigación internacional sobre el genocidio del siglo XXI.

La memoria de tan ilustre sacerdote, sociólogo y politólogo, será venerada por miles de sus seguidores en todos los continentes. Me siento muy honrado de haberlo conocido, colaborado con él y haberlo tenido como guía y maestro. (O)

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