En una ceremonia solemne se efectuó el funeral laico en el cual se despidió al líder cubano Fidel Castro. El pésame llegó desde la ONU hasta el Vaticano. El testimonio de pesar de los pueblos fue expresado en varias lenguas y provino de amplias regiones geográficas. Allí estuvieron los africanos, a quienes Cuba -desde el norte argelino hasta el sur de Mandela- contribuyó, con su sangre, a liberar. Los luchadores de la República Árabe Saharahui, los martirizados palestinos, los heroicos vietnamitas, llegaron también a decir gracias a quien no solo los ayudó a vencer al viejo y nuevo colonialismo, sino que capacitó a médicos, educadores y deportistas, con los cuales iniciaron su camino de jóvenes repúblicas, sin pedir nada a cambio.
Y estuvo Latinoamérica, a cuya unidad dedicó sus mejores esfuerzos. En los inicios, colaborando con la lucha de los pueblos que buscaban su segunda independencia y luego con su ejemplo, demostrando que las ideas -cuando son justas- valen más que las armas. Si su pequeño país pudo hacer frente a la potencia más grande del mundo, nada podría derrotar a una América Latina integrada. Y nació Alba y Celac, en un marco de respeto a la diversidad ideológica y política. Su ayuda solidaria se expresó en la Operación Milagro, que devolvió la luz a miles; en sus médicos y educadores.
Pero fue su pueblo el que sumó millones de voces para decirle ‘hasta siempre’ y rememorar, ante su ausencia física, los dolores y alegrías que juntos vivieron a lo largo de más de 60 años. Desde los días del Moncada y la Sierra Maestra, de Playa Girón y la victoria, hasta los duros momentos en que toda la isla lloró ante la provocada explosión del buque francés Le Coubre, con sus 101 muertos, y la voladura del avión de Cubana, ambos de la autoría criminal de quienes conspiraron sin éxito por torcer su rumbo libertario.
La Revolución Cubana ha crecido y ha vencido porque su base es firme y viene desde Céspedes, Martí, Maceo, en una línea de continuidad que incluye a lo mejor del pensamiento latinoamericano y universal, de cuyas fuentes se ha nutrido sin perder su identidad. En su magnífica intervención en La Habana, el presidente Correa dijo que juzgar las carencias materiales que ha soportado ese heroico pueblo, sin enmarcarlas en el ‘criminal bloqueo’ de que ha sido objeto, es pura hipocresía. Los logros de la Revolución pueden medirse en el apoyo a la investigación científica y sus múltiples aportes médicos; en los 38.000 galenos que prestan sus servicios en 76 países; en la tasa más alta de esperanza de vida de la región; en que no hay niños cubanos desnutridos o trabajando. La prioridad dada a la cultura permitió que, en tiempos de crisis, se mantenga el apoyo a sus creadores literarios y artísticos que constituyen una pléyade de talla mundial. Allí están Casa de las Américas, el Icaic, la Compañía Nacional de Danza, el Centro Wifrido Lam, la Nueva Trova.
La formación en dignidad, soberanía, solidaridad y rechazo a toda forma de colonización son el legado perdurable de Fidel a su pueblo que, junto a él, se acostumbró a ser libre. (O)
