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Jorge Núñez Sánchez - Historiador y Escritor

El único argumento de la oposición

19 de enero de 2017 - 00:00

Nuestra oposición política cree que su única tarea es oponerse a todo lo que hace, dice o propone el Gobierno. En otros países democráticos, la oposición critica lo criticable, apoya lo beneficioso y aporta a la administración del país con ideas y proyectos útiles a su progreso. Y es que estar en la oposición, o ser bloque de oposición, implica también responsabilidades, tanto con el país como con su propio proyecto político. ¿Quién va a creer, o a votar, por un partido que apoya actos terroristas o proyectos que atentan contra la integridad del Estado nacional y que lo hace por el solo prurito de aparecer como opositor a toda acción gubernamental?

Voy más allá. La misma crítica del poder, si es ejercida por un opositor responsable, debe encuadrarse en la opinión formulada por José Martí: “Criticar es ejercer el criterio”. Pero en nuestro país parecieran no existir ese tipo de opositores responsables y respetables. De ahí que lo único que escuchemos, a título de oposición, sean denuestos, ofensas, calumnias y aseveraciones maliciosas. Ahora mismo, en medio de la campaña electoral, pareciera ser que todos los candidatos opuestos a Lenín Moreno parten del supuesto de que el gobierno de Correa ha sido el peor de la historia y se ha ganado el repudio de la mayoría nacional. Seguramente por eso su único argumento político es el de atacar al Gobierno e identificar a Moreno como el candidato del continuismo.

Parece obvio que esa es una suposición equivocada, puesto que las encuestas muestran una aceptación mayoritaria a la labor gubernamental. De ahí que el resultado que obtendrán con su campaña de ofensas e injurias será inevitablemente el fracaso y la derrota electoral. Es que hay logros y obras oficiales que están a la vista de todos y no pueden ser negados por una campaña masiva de odio y revanchismo, como la que han emprendido los candidatos opositores y sus auspiciantes, que son los medios masivos de comunicación, ese poder oculto y verdaderamente monstruoso que ha ido formándose en el mundo y que busca manipular a su antojo la voluntad de los ciudadanos.

Hace años, el jefe de los Panteras Negras estadounidenses, Malcolm X, advirtió a las gentes de su país: “Cuídense de los medios de comunicación. Son capaces de hacerles amar al opresor y odiar al oprimido”.

Eso mismo tenemos que repetirlo hoy, entre nosotros, una y otra vez. Esos medios, en manos de la derecha rapaz, quieren vendernos el pan viejo como nuevo, a los candidatos de oscuro pasado como salvadores del pueblo, a los antiguos pícaros de la política como nuevas promesas de futuro. En los años ochenta del siglo pasado, el gran capo de la oligarquía ganó las elecciones ofreciendo “pan, techo y empleo”. Nada de eso entregó al pueblo, pero nos dejó a los ecuatorianos un reguero interminable de robos, trafasías y crímenes, que todavía no han sido debidamente castigados.

Ahora, un capo de la banca nos ofrece “un millón de empleos”, lo que equivaldría a la creación de 5.000 fábricas de 200 obreros cada una, o al montaje de 50.000 negocios medianos con 20 trabajadores cada uno. Evidentemente se trata de una gran mentira, montada para engañar a los pobres y desempleados del país, pero precisamente por lo burda y grosera aparece del todo falsa.

La otra candidata de la oligarquía, la vivaracha, ofrece regalar la electricidad a los pobres, pero sin aclarar que eso lo hará gracias a las hidroeléctricas construidas por la Revolución Ciudadana. La oferta es posible, pero turbia. ¿Por qué mejor no ofrece regalar agua potable a los pobres de Guayaquil? ¿O será que eso puede afectar a los negocios de su gallada socialcristiana? (O)

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