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Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

El HOY es un símbolo que no debe morir

29 de junio de 2014 - 00:00

@OrlandoPerezEC

Podemos tener ahora todas las distancias ideológicas y hasta de concepto sobre lo que es y debe ser el periodismo ecuatoriano y, sobre todo, un periódico para esta época. Pero por eso mismo nadie puede frotarse las manos o alegrarse por la noticia de su cierre, sea en edición impresa o la que sea. HOY es un diario que sentó hondos precedentes para el periodismo nacional. Y tiene un valor histórico en el devenir de esta patria, que va más allá de lo que su director pueda decir ahora para justificar no imprimirlo más.

Con el ‘Gringo’ Mantilla hay muchas diferencias, pero no dejaré de admirar su tenacidad para salir adelante con su proyecto de vida. Solo él sabe por qué me fui y por qué me dolió dejar ese diario, aunque mantuve mi columna tres años más, y sabe por qué no me dejaron volver a escribirla los domingos. Me consta cómo luchó por muchos años por no entregar su periódico a un banco y cómo los funcionarios de ese banco sí se frotaban las manos por quedarse con un medio de comunicación para consolidar su holding de medios. Y, mucho antes, me consta cómo hizo de ese proyecto un referente de innovación, cambio, renovación, pasando por el diseño, el color y el concepto; hasta por su contenido a favor de entender un país que quería cambios. Si hay que decirlo con franqueza, no hay por qué temerlo: HOY marcó la pauta de los diarios modernos del Ecuador.

Al confirmar la noticia, ya anunciada como rumor meses atrás, de que será -desde mañana- un diario digital, me envolvió una tristeza inexplicable. Lo confieso: frente a la pantalla, ante decenas de ‘tuits’ con esa noticia, pasaron por mi mente todos los años que estuve en ese periódico luchando a diario por su sobrevivencia, recibiendo sueldos atrasados, viendo caerse el techo en un aguacero, pero también los días de enormes discusiones políticas y editoriales.

HOY nunca debió dejar de ser la vanguardia de la innovación y la lucha por un periodismo responsable y de excelencia profesional. La vida de un diario es compleja y difícil. Sostenerlo conlleva entregas, concesiones y hasta pérdidas. También un enorme capital financiero y político. Y unas luchas complejas con varios poderes.

Me imagino todo lo que pasa por la cabeza del ‘Gringo’. Y, sin pose alguna, abrazo toda su sabiduría. Estoy seguro de que debe pensar cómo hacer de la edición digital lo que todos los diarios un día seremos: un referente entre muchos, un punto de conflicto y de tensión, pero también una recuperación de todas las dignidades posibles para el periodismo y para la democracia, pero ya no ese conjunto de páginas con olor a tinta, con unas fotos y un diseño para capturar la mayor atención posible.

Ahora hay más periódicos y muchos más medios, demasiadas fuentes y unas redes sociales que son como un basurero y todo lo contrario. HOY debe seguir en ese escenario y lo tiene que hacer recuperando su matriz de origen para disputar con todos los demás una entrega diaria de buenas noticias, grandes entrevistas, brillantes editoriales y todas las investigaciones posibles, con ética y responsabilidad. No puede ser, como desean algunos, un caballo de batalla de la oposición ni de grupos de interés que quieren usarlo para recuperar privilegios. El ‘Gringo’ sabe que la época dorada de HOY fue cuando el periodismo olía a frescura y rebeldía, a placer de escribir, pero sobre todo porque necesitábamos abrirlo para entender el mundo y aprender a cuestionarlo.

Hay dolores inentendibles, que atraviesan la memoria, por ranuras o arrugas cargadas de nostalgia. Pero ninguna nostalgia es sanadora, solo es como decía el poeta: “el precio de ser uno mismo”. Y por ello lo más saludable es colocar en su justo lugar las razones, causas o motivos del cierre de la edición impresa de HOY.

A partir de ello, posiblemente, sea más entendible y hasta plausible esperar su reaparición y relanzamiento como un diario progresista, a favor de las grandes causas de todos los inconformes y rebeldes.

Los periódicos son la razón de vida de personas como yo o como el ‘Gringo’, con todas las diferencias. Ver morir a uno es como sepultar el romántico oficio del periodismo.

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