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Erika Sylva Charvet

El alfarismo y la Revolución Ciudadana

31 de enero de 2017 - 00:00

El 28-01-2017 se cumplieron 105 años del atroz asesinato de Eloy Alfaro por la compactación de terratenientes vencidos en 1895 y judas burgueses, políticos e intelectuales, cuya nefasta alianza dominó el Estado y la sociedad hasta 2006, con breves interregnos modernizantes, reformistas y democráticos. Así, en Ecuador se prolongó la premodernidad, el tradicionalismo ideológico, la precariedad democrática y la postergación de los derechos de la mayoría. Hoy, nuevamente esa compactación reaccionaria que desde los 80 es también neoliberal y con nuevos judas integrados, pretende enancarse nuevamente en el poder para destruir la Revolución Ciudadana.

Y es que hay tantas identidades entre las dos revoluciones. Ambas significan un hondo momento constitutivo y de reforma política en campos casi idénticos: ideología, educación, derechos, integración material y latinoamericana, deuda externa, soberanía. En ambas sus batallas se dan “entre las fuerzas del progreso y del retraso, entre las …que encarnan lo nuevo y las fuerzas que representan lo viejo”, como diría Oswaldo Albornoz Peralta al analizar la Revolución Liberal.

El modo cómo se trata a sus líderes emblemáticos coincide. Resalta la inversión de sentidos, cuando les denominan con los calificativos denigrantes que a la oposición misma le corresponden. A Alfaro le decían “satanás, “traidor”, “enemigo del pueblo”, “dictador”, “víbora”, de “locas ambiciones”. A Correa le han dicho “fascista”, “dictador”,  “corrupto”, “genocida”, “derrochador”, “traidor a la patria”, “neo-neoliberal”. En el primer caso, esos epítetos preparaban su asesinato, en el segundo, promueven la Restauración Conservadora.

Similares son los símbolos y sentimientos de sus movilizaciones reaccionarias. A la cabeza del sanguinario arrastre de los Alfaro ese 28-01-1912 en Quito, “iba una bandera negra … en medio de dos ecuatorianas”. En junio de 2015, cuando se cumplían 120 años de la Revolución Liberal, a la cabeza de las protestas de la derecha quiteña a la llamada Ley de Herencias, ondeaban banderas negras junto con banderas ecuatorianas. Los horribles sentimientos de envidia, venganza, ira y odio, incitados desde los púlpitos, la prensa placista y sus intelectuales, estallaron aquel ignominioso 28-01-1912.  Los mismos repulsivos sentimientos han sido expresados contra Correa por parte de judas y oligarcas frustrados en las protestas de las banderas negras y con cada decisión que les ha quitado privilegios.

El mayor judas de 1912 fue el placismo político e intelectual. ¿Quiénes son hoy los judas políticos e intelectuales? La historia lo dirá.  Lo cierto es que estos hasta están dispuestos a abandonar a su propio candidato, con tal de interrumpir la Revolución Ciudadana.  

Pero, así como la Revolución Liberal abrió el camino irreversible de una modernidad, la Revolución Ciudadana como proceso también es irreversible. El pueblo ecuatoriano ya vivió la diferencia de ser gobernado por el progresismo y la izquierda, y esa inédita experiencia le llevará a buscar más de eso. (O)

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