La educación de calidad beneficia a toda la sociedad. Un estudio internacional reciente -Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (2017), ‘Factores que inciden en el desempeño de los estudiantes: perspectivas de América Latina’, Washington DC, McKinsey and Company- nos da nuevos conceptos y una alerta.

Esta investigación muestra que la motivación de los alumnos es un factor clave en sus logros académicos. Lo mismo sucede con la experiencia en clase, tanto en lo relativo a las estrategias de enseñanza y a la tecnología digital, como al tiempo destinado a la educación. Plantea factores específicos importantes en el desempeño estudiantil, como motivación, investigación, tecnología de la información; horas de instrucción, etc. Latinoamérica como región sigue rezagada, no solo del promedio de países de la OCDE, sino también de otras naciones similares en nivel de desarrollo económico.

Concluye el informe que la mentalidad del estudiante tiene un efecto que es el doble en los resultados al efecto del contexto socioeconómico. La buena motivación es equivalente a saltar a un nivel socioeconómico más alto. Los alumnos del cuartil socioeconómico más bajo, pero bien motivados, lograron mejores resultados que los del cuartil superior con una motivación deficiente.

Los alumnos que están convencidos de que pueden triunfar si se esfuerzan lo suficiente obtuvieron en promedio resultados 12% mayores que los de los estudiantes que creen que sus capacidades son estáticas.  

Los estudiantes que combinan la enseñanza del maestro con la investigación rinden más. Si se generalizara esta combinación en Latinoamérica, la región reduciría el rezago en más de medio año escolar. Un alto desempeño requiere alta calidad de instrucción. Los estudiantes no pueden investigar sin una base sólida, que solo da el docente.   

La tecnología ayuda más al aprendizaje fuera de la escuela. Dentro de la unidad educativa, lo mejor es que la tecnología esté dirigida por el docente. Por otro lado, mientras la exposición a la tecnología ocurra a más temprana edad, mejor es el desempeño. Los estudiantes de mayor nivel socioeconómico tienen aquí una ventaja; es decir, es un factor de desigualdad.

Por último, en referencia al estudio citado, un aspecto polémico: extender la jornada escolar mejora el desempeño, pero máximo a siete horas diarias. En América Latina, el promedio de la región es de cinco horas diarias. En toda América Latina, los resultados en ciencias aumentan 3,7% por cada 30 minutos adicionales de instrucción en clase. “Pero extender la jornada escolar es muy costoso y requeriría de más infraestructura y docentes”.

Pero, en mi opinión, la calidad de la educación no puede desentenderse de la protección de los derechos de los estudiantes. No se puede estudiar en un ambiente de terror.

Es intolerable todo tipo de violencia contra la niñez y contra la adolescencia, nada lo justifica. El sistema educativo debe ser totalmente transparente, frente el sistema judicial y frente a la sociedad. Y el Ministerio de Educación debe ser un aliado de las familias, cuando se trate de proteger los derechos de sus hijas e hijos. (O)