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El Telégrafo
Ketty RomoLeroux G.

Dos desgracias: el triunfo de Trump y la muerte de Fidel

12 de enero de 2017 - 00:00

Jamás se imaginaron, incluso sectores republicanos, que el multimillonario Donald Trump, de 70 años, sin ninguna experiencia política, ganara las elecciones presidenciales de Estados Unidos para los próximos cuatro años. Será el 45º mandatario del país más poderoso del planeta. Luego de una campaña electoral grotesca, llena de insultos y falsedades contra casi todos los sectores de la sociedad norteamericana. Su vanidad lo llevó a agredir a países y personajes, cualquiera que sea su tendencia política. De ahí que cuando todo apuntaba a que su rival Hillary Clinton ganaba las elecciones, aunque por estrecho margen popular, sorprendió al mundo con su triunfo.

Durante su campaña electoral promovió, tanto en la política interna como en la exterior, un nacionalismo político y el proteccionismo económico. Lo que se puede comprobar con su plan anunciado para los cien primeros días: derogar la Reforma Sanitaria, impulsada por el presidente Obama, iniciar la deportación masiva de inmigrantes, renegociar el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte, retirar a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico.

Por otro lado, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, acusó al presidente ruso Vladimir Putin de haber influenciado en la campaña a favor del presidente electo, lo que fue desmentido por aquel.

Lo que no  ha negado es el envío de una carta de felicitación navideña, en la que le expresa sus deseos de “restaurar un marco de cooperación bilateral” para  asegurar “la estabilidad y seguridad del mundo moderno”.

Para los rusos, el mantenimiento de la paz es vital en la época contemporánea. Fueron los soviéticos y sus Fuerzas Armadas los que jugaron el papel fundamental, y las principales víctimas en la Segunda Guerra Mundial.

En todo caso, a partir del próximo 20 de enero, se abrirá para la humanidad una etapa histórica de consecuencias impredecibles.

La otra desgracia latinoamericana fue la muerte repentina del líder de la Revolución Cubana, Fidel Alejandro Castro Ruz. Parecía mentira, cuando su hermano Raúl, el presidente de la República, a través de los medios de comunicación mundial anunciaba su muerte: “Con profundo dolor comparezco para informarle a nuestro pueblo, a los amigos de nuestra América y del mundo, que hoy, 25 de noviembre de 2016, a las 10 y 29 horas de la noche, falleció el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz…”. Causando un terrible impacto, no solo en su pueblo y sus hermanos latinoamericanos, sino también en los árabes, asiáticos y africanos. Por haber sido el combatiente y portavoz de millones de seres humanos hacia cambios sociales radicales. Lo reconocen sus adversarios ideológicos.

Porque, si bien los pueblos son los protagonistas de sus propios destinos, los grandes saltos revolucionarios precisan de aquellos grandes conductores que, poseyendo el don de la comprensión del momento histórico, ganan la confianza de las masas, guiándolas a etapas superiores de organización social.
Fidel fue uno de ellos.

Conocida es su reflexión: “Nuestra patria no es solo Cuba. Nuestra patria es toda  la humanidad”. (O)

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