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César Paz-y-Miño

¿De qué niños hablamos?

03 de junio de 2017 - 00:00

El 1 de junio se celebró el Día del Niño. Obviando el interés comercial que hay en los festejos llenos de regalos para incrementar la ‘felicidad’ de niños y niñas, algunos puntos llaman la atención en la discusión y en las políticas públicas al respecto.

Las muertes infantiles en el mundo rondan las 10 millones por año. En Ecuador la tasa de mortalidad infantil es de 1,6%, frente a la tasa más alta (27%) que tiene Sierra Leona y a la más baja (0,3%) de Singapur.

Pobreza, falta de alimento, desnutrición crónica, conflictos, migración, enfermedades como el VIH o el zika; enfermedades tropicales desatendidas, trabajo, explotación sexual infantil y embarazo adolescente, vulneran la infancia. La esperanza de vida de un niño en Japón es de 82 años mientras que en Zambia es de 33; Ecuador 75 años. A esto se asocian las muertes infantiles en conflictos armados regulares o irregulares. Se calcula que el 40% de niños en América Latina vive en pobreza y 16% en extrema pobreza.

Unos 767 millones de estos niños viven con un promedio de 1,90 dólares al día. La probabilidad de que un niño pobre tenga un cerebro bien desarrollado es 2,6 veces menor a la de un niño rico. La materia gris cerebral es 10% menor y el promedio de notas escolares 20% más bajo. En el país, la talla baja aún afecta al 30% de infantes; el bajo peso al 9%. Existe 66% de niños con anemia a los seis meses de nacidos y el 5% a los 5 años. La pobreza se asocia a un peor manejo de la salud y a tragedias relativas a problemas genéticos y malformaciones congénitas.

Entre los objetivos de Unicef 2015 se planteó reducir la mortalidad infantil a un tercio en los países; Ecuador lo logró. Hoy se pide que los Estados trabajen prioritaritariamente en: educación rural e intercultural, prevención de la violencia infantil, nutrición para combatir, sobre todo, la desnutrición crónica en niños menores de dos años y prevenir el aumento de la obesidad infantil. Además, entre sus líneas transversales están la inclusión social y el género.

Los estudios revelan que la manera de lograr las recomendaciones de Unicef es apuntar a la redistribución de la riqueza, la equidad social, la economía social y solidaria, pues la situación de la infancia es sin duda reflejo de la crisis social y humanitaria.

El Día del Niño debe plantearse con políticas de verdadero cambio en la situación infantil, que el orden mundial económico actual no resuelve y, por tanto, hay que cambiarlo. Se espera que Ecuador lidere políticas de apoyo eficaz a la infancia que, como se dice, es el futuro de la nación. (O)

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