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El Telégrafo
Pablo Salgado Jácome

De muertos de hambre y falsas unidades

28 de octubre de 2016 - 00:00

Las ofensivas expresiones de Macarena Valarezo, exmilitante socialcristiana y hoy de CREO, son apenas un ejemplo de la forma en que la oposición lleva la actual campaña política. Expresiones tan groseras que su excompañero de partido, Jaime Nebot, y su actual líder, Guillermo Lasso, las han rechazado.

Pero la conducta de muchos políticos de oposición, que sin recato ni vergüenza alguna se cambian de bando de un día para otro, sea quizá aún más ofensivo. La facilidad con que un día aparecen formando parte de la Unidad y al otro de CREO; o un día de Pachakutik y otro día de la derecha extrema, o un día junto a Alianza PAIS y otro junto a los socialcristianos, revela que ya no existe un mínimo de respeto por los principios ideológicos ni por la decencia política. Y menos por la ética.

Esta conducta política, no me cabe duda, será sancionada en las urnas. Más aún cuando no se trata de generar acuerdos políticos y adhesiones que respondan a necesidades programáticas, sino que únicamente responde a intereses personales.

Es penoso comprobar que el fin del ejercicio político ya no es servir a los demás, luchar por mejorar la vida de los otros, los más necesitados, sino servirse de los demás para satisfacer sus necesidades particulares.

La oposición no ha logrado configurar ninguna unidad porque precisamente han prevalecido los intereses individuales y de grupo. Se rompió porque eran alianzas contra natura. Y lo que han conseguido son adhesiones personales, sin representación alguna. Si no basta recordar la reciente rueda de prensa de la candidata socialcristiana (Madera de Guerrero) Cynthia Viteri. A su lado izquierdo, Rodrigo Paz y la presentadora Patricia Terán. ¿Paz podrá transferir una votación, digamos importante, de sus simpatizantes o de los hinchas de la Liga, que le permita romper la barrera que los socialcristianos tienen en Quito? Seguro que no. Ya sus años pasaron. En política la memoria es muy corta.

Y del otro lado, Mauricio Pozo y la exreina Paola Vintimilla. ¿Un ministro de Finanzas de la vieja partidocracia podrá darle un caudal importante de votos para entrar en Quito? Seguro que no. Y ni hablemos de Terán y Vintimilla, ¿cuántos votos aportarán a Cynthia?, al decir de un comentarista deportivo, “como ni uno”.

Poco se habla de propuestas positivas que generen el interés de los ecuatorianos. El discurso de la oposición sigue encallado en atacar al Gobierno y en anunciar que desmontarán todo lo construido en estos diez años. ¿Es eso lo que quiere la mayoría de los ecuatorianos?

Ciertamente, el tono más mesurado lo tiene el general Moncayo y eso le ha permitido captar votos, sobre todo de los sectores medios altos de Quito. Pero esos votos estaban con Guillermo Lasso. Moncayo ha duplicado, según varias encuestas, su posible votación, de 4% a 8%. Y probablemente el anuncio de la candidatura de Páez junto a Lasso evapore más votos que terminarán con Moncayo. Pero aún así, es insuficiente. Lo que sí ha conseguido es dispersar la votación de la oposición. Es decir, beneficiar a la candidatura de Lenín Moreno.

Ojalá las expresiones de Valarezo, que han sido rechazadas de modo casi unánime, permitan una reflexión y los políticos y candidatos comprendan que lo que la mayoría de ecuatorianos queremos es decencia, ética y principios en el ejercicio de la política. (O)

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