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El Telégrafo
Alfredo Vera

Cultura

06 de junio de 2017 - 00:00

Sin duda, y en concordancia a lo que piensan los sabios de la humanidad, cultura es todo aquello que tiene que ver con la vida de los seres humanos.

Hay muchas fragmentaciones del término cultura. Generalmente, la mayor vinculación de este término lo ubica en la actividad de la colectividad ligada a las bellas artes, a las letras y a la creación relacionada al espíritu de los pueblos.

Pero, en esencia, todo lo que hace el ser humano es parte de la cultura.

Es tan importante que los Estados, desde hace mucho tiempo, tienen a la cultura como una actividad a la que le destinan un buen segmento de su responsabilidad, incluso, en toda la legislación contemporánea, le asignan un área específica para su ámbito, al punto que en las naciones actuales se le otorga un ministerio del Estado, según la modernidad de la sociedad.

No hace mucho tiempo, pero al fin, nuestro país también creó una secretaría de Estado con esa designación.

Ecuador no ha tenido muy buena suerte con dicha dependencia. Con toda la buena voluntad que tiene para esta asignatura el régimen de Alianza PAIS, contó con ocho ministros de esta materia y no logró, por ejemplo, seguir la huella de su similar de Cuba que ha resplandecido con luz propia y éxito.

El régimen actual ha tenido el acierto de designar como ministro del ramo al escritor Raúl Pérez Torres, conocido intelectual con adquirida experiencia burocrática, presidiendo por varios periodos a la ilustre Casa de la Cultura Ecuatoriana, en la que integra la capacidad administrativa y el cultivo de las letras, como actividad personal.

No siempre esta combinación de facultades es imprescindible para una buena gestión. Pero la expectativa es promisoria: todas las condiciones dan para creer que esta designación contará con el respaldo de la mayor cantidad de activistas en el campo de la cultura para conseguir, de una vez por todas, que esta cartera de Estado brille con luz propia y consiga que todo el país contribuya al éxito de las gestiones que comandará el conocido escritor.

Un proceso de cambio como el que protagoniza el actual régimen debe contar con el concurso de todas las manifestaciones de la creatividad ciudadana.

Un cambio social, vinculado a las expresiones de la cultura, solo puede generar agudización y fina sensibilidad con las bellas artes.

Esos cambios contarán con el respaldo general, explotando la iniciativa de los espíritus más finos de una sociedad.

Los ejemplos que respaldan esta afirmación son múltiples. Nadie de habla hispana puede olvidar que en los albores de la Revolución Cubana se divulgó su presencia con la exitosa producción de canciones de Carlos Puebla; igual cosa ocurrió en el siglo pasado con la guerra civil española.

Sin ir tan lejos, es evidente que la Revolución Ciudadana tiene imagen propia que se revela en las canciones que hoy despiden, en forma transitoria, con tanto sentimiento, al presidente Rafael Correa Delgado.

La cultura será parte sustantiva del proceso que inaugura Lenín Moreno. (O)

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