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César Hermida

Cultivadores del odio

15 de abril de 2017 - 00:00

Hace años se utilizaba en las campañas electorales asesores de imagen que ayudaban a los candidatos a lucir atractivos y amigables, para obtener el favor de los electores.  También se buscaba expertos en estudios de mercado y en encuestas que informaran sobre las preferencias y tendencias del apoyo poblacional en el plano político.

Pero aparecieron en diversos países, y aquí, un tipo de asesores especializados en desprestigiar a los contendores mediante la siembra del odio. Seguramente esta línea del mal, de bajas pasiones, resultaba más reditiva. Desacreditar desde la oposición al enemigo, acusarlo, así sea con mentiras, destruirlo ante los ojos de la gente. El procedimiento se inicia circulando chismes verdaderos o falsos, sobre deslices sexuales si el sujeto es vulnerable, o sobre corrupción, de él o sus allegados, si no lo es. Mediante la repetición incesante de la acusación, la gente proclive la repite y paulatinamente se adueña de la misma.

La estrategia para el desprestigio y pérdida de credibilidad del candidato o grupo opositor, propuesta por los cultivadores del odio es repetir epítetos o frases de manera insistente, metódicamente repetida, como: ¡Es arrogante!, ¡Prepotente!, ¡Dictador!, ¡Insulta!, ¡Abusa del poder!, o ¡Corrupción!, ¡Fraude! Las personas proclives o seducidas repiten los conceptos y frases, inicialmente de manera ingenua o inocente, y luego comparten con personas descontentas o resentidas por razones personales, y continúan la siembra de la oposición y luego del odio, tengan o no un fondo ideológicamente predispuesto. Siempre hubo asesores del mal como los de la CIA (leer de Phillip Age La CIA por dentro. Los cultivadores del odio planifican el caos, no les importa la paz ciudadana. ¡Hay que provocar, con todo el cinismo posible!, la única alternativa es la violencia, esa es la política internacional para imponer las políticas que defienden el capital. Pero esto no hay que mencionar a la población seducida, hipnotizada, cultivada para el odio. Así, muchas personas y colectivos se hacen eco en redes sociales de esta tendencia del mal. Repiten mentiras, insultos, encuestas inexistentes o amañadas, dejando perplejas a las gentes honradas, que, ante las insoportables falacias se desconciertan y desconsuelan.

Solo la unión solidaria de las personas honradas terminará con los agresivos cultivadores del odio que ya antes de las elecciones aseguraban que saldrían a las calles a denunciar el fraude si no ganaban las elecciones. Solo colectiva, firme y contundentemente se acabará con los cultivadores del odio. (O)

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