Debemos tener presente el orden de los hechos en la vida política del país, para así poder calibrar las responsabilidades de cada uno de los actores políticos en los acontecimientos que impactan a la tranquilidad ciudadana y su debido juzgamiento.

Así, cuando se habla del descubrimiento y denuncia de los actos de corrupción, es bueno recordar que fue en el régimen de Rafael Correa que se denunció por primera vez los atracos en que incurrió la Odebrecht, que ya tenía un antecedente pecaminoso.

Con la decisión terminante del entonces Presidente de la República, por intermedio de Jorge Glas y la Secretaría Nacional Anticorrupción, se ejecutó la orden de expulsar del país a dicha empresa, por haber incumplido las exigencias técnicas en la Hidroeléctrica San Francisco. La expulsión fue cumplida con toda severidad.

Los medios de comunicación en ese entonces defendieron a los brasileños, diciendo que como el presidente era intolerante e irascible, siempre reacciona sin medida y que con sus actos únicamente se espantaba a la inversión extranjera.

La empresa no pudo regresar al país hasta que no cumpliera con toda rigurosidad las reparaciones y obras de terminación del proyecto y el pago de una indemnización por lucro cesante. Esa obra y otras similares tuvieron su origen en regímenes anteriores, en esos momentos no se conocía del escándalo internacional que se descubrió con posterioridad a todos estos acontecimientos.

Es necesario consignar que la mencionada empresa brasileña había incursionado en varios otros países y nunca se había develado su antigua costumbre de manejar con dolosas negociaciones sus pecaminosos contratos.

Como la figura protagónica para ejecutar la orden presidencial de expulsión fue Jorge Glas, tendría justificación la aseveración que hace el Vicepresidente, hoy encarcelado, de que existe un acto de venganza en los directivos de Odebrecht para involucrarlo en sus perversas manipulaciones de corrupción.

Varios analistas y personajes del mundo político que intervienen en análisis de los acontecimientos que tienen actualidad, incluidos algunos medios de comunicación, pretenden desviar la cronología de los acontecimientos y hacer creer que Jorge Glas actuaba sin valorar que la contraparte estaba integrada por una tropa delincuencial.

Nadie podía suponer siquiera de las andanzas protagonizadas por Odebrecht, solamente la mala fe y el revanchismo con que algunos quieren castigar y desacreditar a

Jorge Glas y al régimen de Correa intentan confundir la secuencia de estas maniobras y perversas maquinaciones de una organización mafiosa que ha logrado penetrar en una veintena de naciones con prácticas similares.

Es importante que se registre en la historia la secuencia de estos acontecimientos para ser justos en su análisis. (O)