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Pablo Salgado Jácome

Cara a cara, no con tuits

07 de julio de 2017 - 00:00

A 45 días de gobierno las diferencias son marcadas. El diálogo por un lado y la confrontación por el otro. Nadie duda de que el expresidente Correa morirá en su ley. Es más, su único modo de ejercer la política es la confrontación, incluso con su propio sucesor. Y lo hace públicamente, cuando en verdad le correspondía hacerlo a lo interno. Y lo que es peor, lo hace llamando a la militancia a pronunciarse o convocando a sus ‘guerreros digitales’ a defenderlo.

Se estila que los nuevos mandatarios tengan, al menos, cien días para gobernar con tranquilidad; para proponer su modo de ejercer el cargo; para conformar sus equipos de trabajo y encarrilar su gestión. Pero en este caso no, el exmandatario no le concedió al presidente Moreno ni 15 días. Apenas se anunció la conformación de una comisión de transparencia y lucha contra la corrupción emitió las primeras críticas.  

¿Acaso no es un clamor nacional la necesidad de luchar contra la corrupción? Si ciertos hechos denunciados son solo ataques de la oposición y los medios privados, ¿por qué negarse a que se investigue y se desvanezcan de una vez esas denuncias? ¿La asesoría de Naciones Unidas viola nuestra soberanía? Obviamente no. Estoy convencido de que la mayoría de los ecuatorianos queremos que se investiguen todos los hechos de corrupción y que se sancione a los culpables. Cuánto bien le haría al país que ningún acto de corrupción quede en la impunidad.

Nadie podrá negar la gestión del expresidente Correa luego de diez años. Es más, estoy seguro de que con el pasar de los años se justipreciará de mejor manera su gestión. Pero también es cierto que nos heredó un país temeroso; con miedos para expresar las opiniones públicamente; un país dividido y confrontado, con rupturas familiares y personales; con odios, rencores y amarguras enquistados, cual tumores malignos, en la sociedad.

Y esos odios son los que precisamente el presidente Moreno se propone sanar. Y quiere hacerlo a través del diálogo, de escuchar, de conversar. Y merece no solo una oportunidad, sino todo el apoyo. Los ecuatorianos somos gente de bien. Y la mayoría somos honestos, decentes y queremos vivir en paz y en armonía con nuestros hermanos. Queremos un país mejor; con equidad y justicia.

Por ello, estamos de acuerdo con lo propuesto por Lenín, que lo podemos resumir en dos frases: “Gobernaré para todos, especialmente para los más pobres” y “Nada de los ciudadanos, sin los ciudadanos”. Este nuevo modo de entender la gestión pública es lo que marca las diferencias. Y el presidente Moreno merece espacio para intentarlo. Claro que causa escalofríos mirarlo sentado con ‘Dalo’ Bucaram o Cynthia Viteri, pero hay que escuchar a todos. Dialogar no es claudicar. Y hay que hacerlo sobre la base de principios y con líneas rojas claramente determinadas.

Lo que sí es evidente es la falta de información. Hay, sin duda, un vacío informativo. El país, y en especial los simpatizantes de Alianza PAIS, están acostumbrados a recibir constante y permanente información, orientaciones y explicaciones. Hoy no, esa ausencia informativa debe subsanarse de modo urgente. Así como para la política se incorporó a Ricardo Patiño para la información, debe incorporarse un vocero presidencial.

Y dialogar también con los propios, no solo con los ajenos. Y por supuesto, también deben dialogar -cara a cara, no a través de tuits- el expresidente Correa con el presidente Moreno. Les hará bien, nos hará bien. Ecuador saldrá ganando. (O)

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