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Edmundo Vera Manzo

Balance sobre el Ministerio de Educación en los 10 años del gobierno del presidente Rafael Correa

06 de mayo de 2017 - 00:00

Para hacer el balance tomaré como referencia el documento ‘Resumen de las propuestas sobre la revolución educativa para hacer realidad en el gobierno de Alianza PAIS’, presentado al candidato Rafael Correa por el Frente de Maestros en 2006. Ya entonces Rafael Correa dijo: “La revolución educativa se sintetiza en: acceso masivo de la población a la educación, excelente calidad y totalmente gratuita”.

En el Ministerio de Educación, como en casi todos los demás, se puede repetir la expresión: “Se ha hecho mucho más que en cualquier otro gobierno, pero falta todavía mucho por hacer”. Se ha realizado una obra extraordinaria en lo cuantitativo en todos los aspectos: construcciones escolares, acceso de la población escolar en los niveles educativos, en el equipamiento de la infraestructura educativa, elevación de los salarios y la planta de profesores con nombramientos, en la entrega de textos y desayuno escolar, etc.

En el aspecto cualitativo: se concibe a la educación como un servicio público, se garantiza la gratuidad de la educación pública, se crea el Instituto Nacional de Evaluación Educativa, se replantea la carrera docente, se apunta a la meritocracia de los maestros, se dignifica la función docente, se crea la Universidad Nacional de Educación, para contribuir a la formación inicial de docentes y otros profesionales de la educación. Considero los más importantes aportes, entre muchos otros, que no se alcanzan a enumerar en la presente reflexión. En resumen, lo que queda pendiente de lo ofrecido son los cambios cualitativos para que Ecuador alcance a tener una excelente educación.

A continuación señalaré los más importantes cambios e innovaciones cualitativas que se deben emprender en el gobierno de Lenín Moreno. Considerando la situación de la coyuntura económica desfavorable a nivel internacional, solamente deben completarse las obras en construcción y concentrar los esfuerzos en los aspectos cualitativos, que requieren muy poco esfuerzo económico y que redundaría extraordinariamente en la calidad y excelencia educativa.

Incorporar los aportes del Ministerio del Buen Vivir en el Ministerio de Educación y que se interiorice entre los maestros, estudiantes y padres de familia, para contrarrestar al consumismo y las adicciones de todo tipo. El pensamiento central del Ministerio de Educación debe ser el de una educación inclusiva para todos y entre todos. No excluir a los alumnos incluidos e incluir a todos los excluidos del sistema educativo.

Establecer el pensamiento relativista, cuántico y complejo en todo el sistema educativo ecuatoriano, para que no se siga diciendo lo que señalaba Albert Einstein: “En el siglo XX todo ha cambiado, menos nuestra forma de pensar”. En el siglo XXI todavía pensamos tan solo como Descartes y Newton, no entramos al siglo XX, menos en el XXI.

Reconocer y registrar las asignaturas aprobadas en la enseñanza básica y el bachillerato. En los mismos niveles la aprobación de los años escolares debe ser por el promedio de las calificaciones entre las asignaturas, debiendo ser mínimo siete. Debe  prohibirse estudiar las asignaturas ya aprobadas por ser ineficientes, un absurdo pedagógico y contra el sentido común.

Incorporar el aprendizaje y evaluación educativa grupal y cooperativa, incluso en los establecimientos militares, para contrarrestar el individualismo y el egoísmo. Creación de las Comisiones de Asesoría y Supervisiones Especializadas en cada una de las asignaturas en el nivel central para establecer los contenidos curriculares, sus orientaciones, seguimientos, evaluaciones y retroalimentaciones respectivos.

Una educación inclusiva durante toda la vida debe permitir que toda la población, sin excepciones, pueda estudiar hasta el límite superior de sus aptitudes y talentos. (O)

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