Imprimir esta página
Rubén Montedónico

Columnista invitado

¿Argentina es ejemplo?

16 de septiembre de 2017 - 00:00

La primera fecha electoral de medio año en Argentina se cumplió el 13 de agosto con las PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias), dejando un incierto panorama político sobre el gobierno, con 20 meses de vigencia, prioritariamente, y, además, como forma de evaluación a qué se refieren cuando hablan de peronismo y de su modalidad predominante recientemente, el kirchnerismo. La segunda fecha importante será la del 22 de octubre en que se votará la renovación de un tercio del Senado y de 127 de los 257 diputados.

Si nos atenemos a lo escrito y leído en agosto pasado, la óptica del gobierno fue la de hacernos sentir que la alianza Cambiemos veía en las PASO un reconocimiento electoral: su interpretación, o la que indujo a transmitir por medio de la gran prensa, de que había ganado. Al repensar en cómo se operó aquella sucesión presidencial -haciendo a un lado los incidentes y anécdotas del acto mismo del 10 de diciembre- debemos señalar que se trató del singular advenimiento comicial de un gobierno popular-progresista sustituido por uno de extrema derecha en una región asediada por la prensa internacional y las burguesías empresariales, financieras y especulativas de Latinoamérica, expuesta a las ansias de dominio y de control del capitalismo dominante.

Si bien analistas consideran que el hecho ya había ocurrido en Chile, es difícil creer que en la posdictadura haya existido -aunque fuese en un pequeño rubro o siquiera matiz- algún gobierno progresista, por lo que en dicho cambio habido en países de la región considerando, incluso, la pérdida de apoyos a gobiernos progresistas-, lo de Argentina permite la posibilidad de análisis más profundo de las fuerzas políticas en pugna.

Ese examen deja ver la actividad de un gobierno promercado, que puede pasar a ser dominante en el subcontinente y lo convierta en desmovilizante de cualquier corriente de cambio, contrario a toda extensión de pretensiones democráticas, socialmente sensible a los reclamos de las grandes mayorías. El caso argentino, aunque haya sido consecuencia de comicios reñidos, intentará implantar una idealidad contraria a la orientación económica estatal y pública, acompañada por sus poleas de transmisión -las empresas de comunicación- que a los gritos de “pluralidad, apertura, libertad” conculcarán derechos y aplastarán reclamos, proclamando que es un cambio cultural.

Las respuestas de las clases subalternas ante las medidas de gobierno han sido disímiles y poco efectivas beneficiando al bloque en el poder. Alguien que no quiere al peronismo y mucho menos a la señora Kirchner, Jorge Fernando Díaz -que, además, escribe en un diario de la oligarquía- sin embargo, lanzó la advertencia: No subestimar a Cristina, a la que más adelante llama ‘Pasionaria de El Calafate’ y agrega: “El kirchnerismo no es inocente de las penurias actuales”. Asimismo, sostiene que “el problema es que la expresidenta tiene las virtudes de Terminator: cuando la dan por muerta, se levanta y sigue disparando, o vuelve del futuro para arrasar con sus enemigos”.

Queda en el tintero, para considerar, después de octubre, cómo se da el posicionamiento de las agrupación y organizaciones neokirchneristas, no agrupadas en el justicialismo. Se trata, al parecer, de una especie de peronismo por fuera de los partidos, al margen del Partido Justicialista. (O)

Para estar siempre al día con lo último en noticias, suscríbete a nuestro Canal de WhatsApp.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media