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El Telégrafo
Ilitch Verduga Vélez

Acción encubierta en Chile

16 de septiembre de 2016 - 00:00

El 11 de septiembre pasado se cumplieron 43 años del golpe de Estado que rompió el régimen democrático chileno que con solo tres interrupciones, en su devenir histórico, se sostuvo más de un siglo. La fractura legal y los crímenes que se cometieron en  la dictadura de Pinochet fueron fruto de un complot siniestro de la derecha que lo aupó y el padrinazgo inmoral de EE.UU.

La censura severa de la opinión pública mundial por lo sucedido, que generó la repulsa de pueblos y gobiernos por las gravísimas violaciones a los derechos humanos fundamentales como el de la vida y la instauración de  la tortura como política de Estado, reconocida por el propio Pinochet, que martirizó hombres, mujeres  y niños, colmó la paciencia de ‘liberales’ de EE.UU., azorados por las maniobras de Nixon y su secretario Kissinger en contra de un gobierno legítimo.

La actitud reivindicativa de la democracia, al amparo de la Constitución de EE.UU. y personalidades públicas, políticos como  Edward Kennedy lograron que se formara una unidad senatorial que indagara el involucramiento de EE.UU. en el cuartelazo. El 18 de diciembre de 1975 la comisión del Senado, presidida por el senador Frank Church, dio a conocer al mundo el informe sobre la investigación que conducía, en relación con los hechos delictivos producidos en Chile a causa del derrocamiento de Allende por aquellos que originaron el putsch fascista encabezado por Pinochet y los grupos castrenses que con esa acción coronaron la previa tarea criminal de la CIA de sepultar el orden constituido.

La agencia de espías que Alfredo Pareja llamó “obtusa enemiga de la historia” entregó recursos económicos y logísticos para crear el clima de pánico social de desabastecimiento artificial de productos de consumo diario. De igual índole el sabotaje de gremios del transporte financiados también por dicha agencia, junto con el embargo de su riqueza nacional en puertos del orbe por acción de jueces venales que respondían a las demandas de empresas mineras foráneas que Allende nacionalizó, pagando el coste justo, forjaron el retrete faccioso.

La ‘acción encubierta’ corresponde a entes de EE.UU. durante 10 años en Chile. La información recabada del informe se sitúa en el espíritu del bipartidismo, la editó el Congreso de EE.UU. en la fecha antes señalada. Los aspectos importantes y donde los acuerdos de los legisladores fueron unánimes son: 1.- “El informe y todos los juicios expresados en él están probados”. 2.- “Está basado en una extensa revisión de documentos de la CIA, Departamento de Estado, Consejo de Seguridad Nacional y bajo testimonios de antiguos oficiales”. 3.- “El alcance de las actividades clandestinas llevadas a cabo por la CIA incluyen acciones encubiertas, recolección de inteligencia clandestina, enlace con la Policía local y servicios de inteligencia. 4.- “Nixon informó al jefe de la CIA Helms que el régimen de Allende no será aceptado por EE.UU.”.  5.- “La CIA  dio apoyo en 1970 a uno de los grupos cuyas tácticas se volvieron más violentas”. 6.- “La CIA fue orientada para promover un golpe militar en Chile. 7.- “Oficiales de la CIA se reunieron con jefes de la ITT” (Telefónica nacionalizada) 8.- “El embajador Korry fue autorizado para fomentar un golpe militar”. 9.- “La comisión 40 (tapadera de la CIA) votó por 700.000 dólares para mantener El Mercurio a flote”. 10.- “Implicación de militares del Ejército de EE.UU. en el plan de Acciones II, quienes atentaron para derrocar un gobierno civil democráticamente electo”.

Estas son revelaciones claras que dimensionan la conjura internacional de EE.UU. y sus boys para liquidar el accionar pacífico de un gobierno que recuperó los recursos naturales y dio felicidad a su pueblo. Con certeza, este actuar vil se aplica hoy en Venezuela. (O)

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